El Esquema Corporal y el Espejo
En la adolescencia se produce una gran transformación de todo el cuerpo que puede provocar una crisis de identidad.
Esta crisis es la reacción normal frente a los cambios y a la necesidad de hacer el duelo por el yo perdido.
Los cambios corporales irrumpen en forma asincrónica y hay momentos en que el cuerpo se torna desproporcionado, brazos demasiado largos, pies demasiados grandes, baja estatura, cabeza demasiado grande en relación al cuerpo, etc.
Los movimientos se vuelven torpes y la adaptación a ese nuevo esquema corporal que cambia todos los días se torna dificultosa.
Mirarse al espejo puede ser una experiencia que puede movilizar y angustiar a la persona, principalmente si la compara con sus ideales.
El principal objetivo en la adolescencia es la búsqueda de la identidad y del si mismo y muchos no logran en este período la más importante decisión de su vida, elegirse a si mismos; y continúan sus vidas durante mucho tiempo y a veces siempre, ensayando identidades diferentes.
Cuestionarse sobre los distintos aspectos de uno mismo es un gran primer paso para lograr el sentimiento de identidad.
Nuestra imagen reflejada en el espejo nos indica cómo nos vemos a nosotros mismos, cómo creemos que realmente somos y queremos ser, y nos enfrenta a la apariencia del aqui y ahora que tenemos que aprender a aceptar.
Porque cuando un adolescente se mira al espejo siente un extrañamiento y no se reconoce en él al no tener integrados todavía sus cambios corporales en su si mismo.
El sentimiento de mismidad se va formando con las sucesivas representaciones del self que logran una continuidad a través del tiempo; y la identidad se logra a través de las distintas identificaciones selectivas con las personas significativas y con aspectos del propio self.
La base de este proceso es lograr ser capaz de seguir sintiéndose el mismo a través de los cambios, manteniendo la estabilidad emocional en cualquier circunstancia.
Un individuo sólo puede evolucionar si puede elaborar y asimilar toda la serie de cambios, incorporándolos a su identidad para evitar el bloqueo psicológico y el estancamiento.
La comunicación masiva, la publicidad y los modelos que ofrecen la televisión sobre cómo hay que ser para pertenecer, atentan contra el logro de la identidad, favoreciendo la alienación.
Las presiones sociales impulsan a adoptar formas de pensar, actitudes, hábitos y pautas de comportamiento de culturas diferentes provocando una confusión que atenta contra el sentimiento de la propia identidad.
Todo este proceso es doloroso y personal porque existen etapas en que el individuo puede perder sus estructuras y también los vínculos.
Sin embargo son experiencias necesarias para poder encontrarse a si mismo y enriquecer la identidad.
La aceptación del esquema corporal constituye el elemento más importante de este proceso que incluye las características individuales, las potencialidades, las capacidades, la apariencia, la anatomía y su funcionamiento.
La imagen del yo representa las emociones, la forma de pensar, los anhelos, las actitudes, los impulsos y la idea del propio comportamiento físico y psíquico.
Los ideales y los valores deben resistir la autocrítica y lograr el dominio de uno mismo.
Cada vez que el esquema corporal cambia a lo largo de la vida, se produce una crisis de identidad que hay que aprender a resolver, aceptando los cambios y manteniendo el sentimiento interno de seguir siendo el mismo.
Fuente: “Identidad y Cambio”, León Grinberg y Rebeca Grinberg, Editorial Paidós, Argentina, 1976