Pánico por la Gripe Porcina
Conozco gente seria, normal, estable y razonable, que inexplicablemente están más que alarmados y muy asustados por la pandemia de Gripe Porcina y que están trastornado sus vidas tratando de evitar el contagio.
No soy médico, pero la información de los científicos sobre esta enfermedad no me parece como para alarmarse hasta ese punto. Es verdad que ha producido muertes, inclusive de alguna mujer embarazada, pero las gripes comunes pueden tener complicaciones y matar a cualquier persona, principalmente si está predispuesta a adquirir una enfermedad.
En estos casos, hay que mantener la calma y no ser alarmista. En Argentina hemos tenido, entre otras, epidemias de fiebre amarilla, de poliomielitis, de dengue o de cólera, y fueron muy serias, con un saldo de muchas muertes, quedando bastante gente con secuelas en el caso de la poliomielitis.
Estamos viviendo una época en que existe el afán en la gente de tener el control para todo; y cuando esto no está en sus manos se desesperan.
Por esta razón se agotó toda la existencia de alcohol en gel que tenían las farmacias y los barbijos son cada vez más difíciles de conseguir, aunque brinde una protección de no más de dos horas.
En una situación como ésta, se deben tomar medidas con mucha cautela, dado que todos nosotros nos podríamos perjudicar mucho más si se paraliza toda la ciudad.
Para que una medida tan drástica como esta diera resultado debería durar varios meses, porque el virus de la gripe no desaparece de un día para otro, y eso sería imposible sin arriesgar la seguridad nacional, de modo que lo mejor es mantener en todos los ámbitos una actitud moderada.
Ser moderado y tomar medidas lo más razonables posibles, como por ejemplo evitar acontecimientos que produzcan aglomeraciones y los espectáculos públicos que concentren mucha gente.
Las escuelas, colegios secundarios y universidades deberían permanecer cerrados aprovechando el receso de las vacaciones de invierno, esta vez por un período más largo que lo usual, pero los comercios, y la actividad laboral debería seguir siendo normales para evitar el desabastecimiento y las pérdidas que ocasionaría un paro total de actividades por tiempo indefinido.
Las personas que atienden público deberían usar barbijo y los empleados de oficinas también, para evitar contagios; y los que presenten algún síntoma de enfermedad no deberían ser admitidos en los trabajos para evitar que contagien a los demás.
La población debe permanecer debidamente informada sobre los acontecimientos que vayan ocurriendo con datos fidedignos, sin ocultar nada, porque lo que no se dice oficialmente se agranda extraoficialmente y sólo se incrementa el pánico.
He escuchado a varios médicos por televisión informando que afortunadamente el virus de esta gripe se transmite más atenuado de lo que se esperaba y que la mayoría de los casos fatales son debido a circunstancias agravantes debido al estado anterior de las víctimas, que se encontraban más propensas a sufrir complicaciones.
Desde mi punto de vista no hay que tener miedo, sólo hay que tener cuidado y apoyar las medidas que aconsejan los médicos, o sea, evitar las aglomeraciones de personas, lavarse las manos al llegar a casa, mantener la higiene personal y del hogar, y usar barbijo si deben estar en contacto con público.
Los médicos son los que más se tienen que exponer a toda clase de enfermedades, supuestamente tienen mayor inmunidad debido al permanente contacto con virus y bacterias; pero este supuesto no siempre se cumple, sin embargo no dejan de ir a sus trabajos en épocas de epidemia a pesar de los riesgos que corren.
Seamos adultos, enfrentemos la realidad con dignidad, evitando salvarse solos. Colaboremos todos juntos según las instrucciones que vayamos recibiendo, sin sabotearlas para hacer cada uno individualmente lo que le conviene.
Aprovechemos esta oportunidad para aprender a actuar como una comunidad civilizada que se une para solucionar los problemas comunes, para bien de todos.