La Gripe «A» y la Homeopatía
El Dr. Sergio Rozenholc, médico homeópata que dirige una publicación bimestral denominada “El Homeopático”, que se puede encontrar en algunas farmacias; escribió un artículo muy interesante sobre la gripe, en el ejemplar No.43, correspondiente al bimestre Mayo/Junio 2009.
Recuerda en este trabajo la gripe denominada española que asoló Europa en 1918, a fines de la primera guerra mundial.
Esta pandemia mató cerca de ochenta millones de personas y nunca se pudo saber de dónde provino.
Algunos pensaron que podría tratarse de una consecuencia de la guerra pero esta hipótesis no prosperó a nivel científico.
Para poder descubrir el origen del desarrollo de este virus tan mortífero, el Dr. Rozenholc se remontó a la revolución rusa producida en 1917, cuyo principal objetivo fue diseminar esas ideas por todo el mundo que contrastaban con las creencias que existían en esos tiempos.
Desde esta óptica, ese modelo político se diseminó como una bacteria en los pueblos que hasta ese momento habían vivido respetando otros valores, dejando a la gente con el sentimiento de desamparo que se sufre cuando se pierden los propios valores.
Esas ideas ayudaron a destruir las defensas naturales de las personas frente al avance del pensamiento bolchevique, y el virus de la gripe, que por alguna razón se llamó “Influenza”, terminó con la vida de todos los que quedaron vacíos de significado y sin fortaleza como para sobrevivir.
El miedo produce un hueco que atrae lo negativo y lo que necesita el hombre para dejar de ser vulnerable es sentirse amado, protegido, seguro, en un marco de estabilidad que fomente los valores humanos, además de recibir la atención eficaz de médicos competentes.
Las guerras genera cambio de valores porque la vida deja de ser sagrada y se puede perder en cualquier momento por razones que ni siquiera se conocen y los cambios violentos socavan la base de las tradiciones y de la filosofía de los pueblos, favoreciendo el caos y la discordia.
En este momento se produce nuevamente la posibilidad de una pandemia, hasta ahora felizmente de proporciones menores, pero tampoco es casual, teniendo en cuenta la situación por la que está pasando este mundo que ahora, para bien o para mal está globalizado.
Los adelantos tecnológicos están contribuyendo a robotizar a la gente en casi todo el planeta, los medios de comunicación nos anuncian calamidades a corto plazo y aunque las expectativas de vida se han prolongado, la calidad de vida ha empeorado.
El mal más común ahora, además del peligro de los virus, es la depresión, el ataque de pánico, las fobias y el miedo a vivir.
Cuando este trastorno se generaliza, el estrés y la pérdida del sentido de la vida hace que el sistema inmunológico del cuerpo pierda la habilidad de defenderse de la intromisión de gérmenes, bacterias y virus, quedando mucho más expuestos a las enfermedades y por ende a las pandemias.
Una vida más simple y genuina es posible, sólo falta tomar conciencia.
El mundo moderno debe recuperar los valores humanos y no postergar más la vuelta a la naturaleza. Este es el cambio que se necesita y está en las manos de cada uno; para no continuar actuando de la misma manera, como si nada estuviera pasando, como si esto que tenemos, una vida materialista sin valores, sin moral ni ninguna creencia, fuera lo único que nos queda.