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Crisis de Identidad

Publicado por Malena

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No todo el mundo se puede dar el lujo de tener una crisis de identidad siendo joven. Pero lo que si es ineludible que en algún otro momento de la vida se manifieste, porque cada persona muchas veces necesita replantearse quién es realmente; y el hecho de cuestionarse sobre uno mismo es un gran paso hacia el logro del sentimiento de identidad.

León y Rebeca Grinberg nos dicen que la identidad es el resultado de la relación mutua entre tres formas de vínculos de integración, el espacial, el temporal y el social.

El espacial se refiere a la diferenciación entre las diferentes partes del self, el temporal se relaciona con el sentimiento de mismidad a través del tiempo y el social comprende la relación entre el self y los objetos externos.

El hecho de seguir sintiéndose el mismo a pesar de los cambios, es la base emocional de la experiencia de identidad, que significa mantenerse estable a través de distintas circunstancias y de las sucesivas transformaciones que se producen en la vida.

Sin embargo, a veces puede ocurrir que un individuo no pueda aceptar los cambios tanto de sí mismo como los que producen en la realidad, y esta circunstancia puede movilizarle su sentimiento de identidad con respecto al mundo y a si mismo; pudiendo los factores sociales y económicos facilitar o obstaculizar este proceso.

La película “Destino Canadá” muestra con fidelidad cómo la característica de la personalidad, las circunstancias familiares y la relación con los padres, pueden influir en un individuo cuando tiene que atravesar cambios sociales, que lo llenan de angustia porque son vividos como amenazas a su identidad.

La historia describe las vicisitudes de un joven norteamericano, que a pesar de tener ya 28 años, aún mantiene el oposicionismo propio de un adolescente, manteniendo por ese motivo una relación conflictiva e irreconciliable con sus padres.

La misma tendencia lo lleva a comprometerse con una ideología opuesta al sistema republicano que rige en ese momento en su país, enfrentando con la misma intolerancia y desprecio la situación política y conmocionado por las consecuencias de la guerra con Irak donde perdió a un hermano.

Sorprendido por la insensibilidad de la gente que parece no tener conciencia de todo lo malo que ocurre, huye de su casa después de convencerse que su padre jamás podrá aceptar que él es diferente.

Del mismo modo, decide huir de su país para establecerse en Canadá, donde cree que la gente tiene más conciencia social y menos ambiciones.

Tentado por un aviso de Internet que promueven encuentros con parejas canadienses para casarse y así obtener la ciudadanía, elige a una desconocida como acompañante, alguien que también tiene un condicionamiento familiar que no le permite encontrarse a si misma, y así comienzan un viaje de autoconocimiento.

A diferencia de él, ella no se aferra a un ideal utópico, sino que permanece estancada en una estéril búsqueda personal a través de nuevas experiencias.

El viaje en auto hacia Canadá les sirve para conocerse y también para enfrentarse, porque para él es imposible aceptar que los demás no reaccionen ante las injusticias.

Este viaje hacia el si mismo para ambos, les sirve para darse cuenta que no todo es lo que parece ser, que ningún país es perfecto, que hay que responder por todo lo que se hace para sentirse bien, que renunciar a participar y huir no es la clave, que no todo es tan malo ni tan bueno, y que siempre se puede dejar una huella y aportar algo aunque no se compartan las ideas de los gobiernos; porque en lo pequeño está lo grande y en los países democráticos la mejor herramienta es el voto de los ciudadanos.

Fuente: «Identidad y Cambio», León Grinberg y Rebeca Grinberg, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1976