Psicología
Inicio Psicología y Neurociencia La Epigenética y la Conducta

La Epigenética y la Conducta

Publicado por Malena

La conducta maternal produce cambios genéticos que son hereditarios, o sea que depende del modo en que la madre ha sido cuidada.

Más allá de los genomas está la epigenética.

Un genoma se compone de genes y ADN (ácido desoxirribonucleico), que se encuentran en el núcleo de las células.

Las células contienen ARN (ácido ribonucleico) que es el encargado de transportar la información, copiada del ADN y almacenada en el genoma, desde el núcleo hasta el citoplasma de las células.

Los ribosomas, que se encuentran en el citoplasma van a utilizar la información para formar las proteínas que son imprescindibles para todos los organismos.

Cada gen contiene la información para sintetizar por lo menos un tipo de proteína.

Los genes se encuentran en los cuarenta y seis cromosomas, la mitad de la madre y la otra mitad del padre.

Todos los cromosomas que forman el genoma humano contienen tres mil millones de letras químicas que codifican alrededor de treinta mil genes.

El Proyecto Genoma Humano internacional para secuenciar las letras que lo forman, tardó diez años en completarse; y en el año dos mil fueron publicados sus resultados.

Hoy en día, la información que se ha decodificado del genoma humano (y de muchas otras especies), así como la secuencia de genes, la localización en los cromosomas, etc., está en Internet, a disposición de cualquier investigador del mundo.

Algunos científicos creen que a partir de estos conocimientos sería posible revivir especies que se han extinguido. Sin embargo, desde el punto de vista biológico, esto parece imposible, porque la información genética no es todo.

Existe otro nivel de información que es la epigenética, que en las especies extinguidas se ha perdido para siempre, cuando desapareció el último ejemplar.

En las células, el ADN no está suelto sino enrollado sobre millones de moléculas que tienen marcas químicas con diferente tipo de información, que a su vez se pueden combinar entre sí.

El conjunto de marcas químicas sobre todo el genoma se denomina epigenoma.

Las marcas epigenéticas se heredan y tienen distintas funciones.

Un estudio reciente realizado en el Douglas Hospital Research Center de Quebec, Canadá, por el equipo de investigadores liderado por Micheal Meaney, publicó un trabajo en la revista científica Nature Neuroscience, que muestra que determinado comportamiento de ratas madres (específicamente, la forma de cuidar sus crías) modificaba la actividad de algunos genes debido a cambios epigenéticos provocados por, en este caso, la conducta materna.

Estos cambios hacían que al llegar a la madurez, sus crías cuidaran a sus descendientes tal como habían sido cuidado ellas.

Ya hace mucho tiempo que se sabe que en los mamíferos la forma en que una madre atiende a su descendiente es fundamental para el desarrollo de su conducta social en la adultez.

El aislamiento de las crías, cuando nacen, produce una gran carencia en su posterior comportamiento materno, además de provocarle déficit de atención, disminución de la capacidad de aprendizaje, hiperactividad y una mayor sensibilidad emocional.

Las ratas criadas por madres poco solícitas o desatentas tenían una marca en un determinado gen a nivel epigenético que estaba ausente en las crías de madres que cuidaban a sus crías con esmero.

Como estas marcas epigenéticas se heredan, el cambio producido por el comportamiento materno modificaba también la conducta de sus crías con su descendencia.

Existen otros trabajos científicos que muestran, que también distintos alimentos pueden modificar la epigenética de un organismo, tanto en ratones como en humanos, de manera que la alimentación temprana es fundamental para evitar establecer patrones que se relacionan con la aparición posterior de determinadas enfermedades.

Fuente: “Ciencia hoy”, Revista de Divulgación Científica y tecnológica, junio-julio 2011, No.123; “Epigenética, más allá de los genomas”, Mariano Alló, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, IFIBYNE, UBA; del libro “Biología molecular, la logia desconocida”, escrito por el mismo autor, con Paola Bertucci, para el Instituto Nacional de Educación Tecnológica.