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Divorcio con Hijos-Parte II

Publicado por Malena

Nunca el divorcio es buen negocio

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Cuando una pareja tiene muy buenas razones para decidir divorciarse y deciden enfrentar la dura prueba de una separación, una de las formas de evaluar otro enfoque para confirmar si esas razones son suficientes, es viendo la actitud que adoptan sus hijos.

La disolución del vínculo matrimonial desarticula una estructura familiar que por lo general se encuentra sobre una base poco firme y sin soportes afectivos sinceros, que lejos de estar propiciando la felicidad y el desarrollo de cada uno de sus miembros, favorece el estancamiento y el desequilibrio emocional de todos ellos.

Sin embargo, pocas veces una separación proporciona más felicidad a un grupo familiar, porque la mayoría de las veces se tiende a repetir los mismos errores y porque la gente siempre tiende a vincularse con el mismo tipo de personas, reiterando así las mismas situaciones.

Cuando se produce un divorcio, los dos son responsables y es común que sea la forma que tienen de relacionarse la que falla y no tanto las peculiaridades de los caracteres.

Para poder vivir en pareja hay que aprender primero a estar solo. La soledad nos enseña a ser independientes y a valorar más la compañía, el interés y el amor de una familia.

Una terapia familiar puede ayudar a esclarecer confusiones, malas interpretaciones, errores en las expectativas, a mejorar la comunicación, a jugar adecuadamente los roles y a tener en cuenta al otro en cuanto otro y no como la prolongación de si mismo.

Cuando lo que no funciona es el sexo, las probabilidades indican que son los hombres los que no saben tratar a una mujer, porque no existen mujeres frígidas, sino mujeres mal tratadas.

Aunque sea difícil creerlo, la mayoría de las dificultades de pareja pasan por su comportamiento en la cama.

En este caso, lo indicado es recurrir a una terapia de pareja; y si esto no resultara accesible lo mejor es hablar en terreno neutral, fuera del ámbito de todos los días, en un restaurante, o en una confitería, de manera que la pareja pueda expresarse libremente, pero respetando al otro, sin recurrir a gritos, amenazas o insultos.

Se podría asegurar que en este mundo casi todos los problemas de pareja pueden tener solución si alguna vez esas dos personas se amaron y más si formaron una familia.

Pero también puede ocurrir que todos los intentos fallen y ambos estén de acuerdo en disolver el vínculo, que es la mejor manera de enfrentar un divorcio.

En estos casos, también los hijos suelen estar de acuerdo, cuando pueden constatar que una reconciliación ya es imposible y cuando es la única alternativa para salir de una situación insostenible que produce infelicidad a todos.

Una pareja divorciada con hijos siempre tendrá que vivir experiencias comunes, de modo que lo deseable es que continúen manteniendo una relación amistosa entre ellos en favor de los hijos.

Los hijos aman tanto al padre como a la madre y desean verlos juntos y felices, no importa tanto que estén separados sino QUE NO SE ODIEN, ni compitan por los hijos, ni los usen como intermediarios.

Lo mejor para los hijos cuando se termina una relación de pareja es que logren perdonarse todo y que puedan continuar con sus vidas, respetándose mutuamente.

El odio que subyace a un divorcio es el otro lado del amor, de manera que lo único que significa es que aún no se ha podido renunciar psicológicamente a esa relación.

El amor de pareja puede dar lugar a una nueva clase de amor, que es el que podemos sentir por nuestros amigos o seres queridos, porque se trata del padre o la madre de los hijos y de la persona que alguna vez se amó y se eligió para formar una familia.