El Aborto y sus Huellas
Una mujer sola es como una catedral, puede dar mucho amor y cuidar a sus hijos y también a sus padres si fuera el caso, y aunque le cueste más que al hombre encontrar trabajo y ganar un sueldo digno, tiene la fuerza de un titán frente a la adversidad, puede hacer milagros con unos pocos ingresos y aun sin un compañero que la ayude nunca faltará algo para comer en su mesa ni un peso.
He conocido mujeres en mi vida con un carácter envidiable, buen humor, dinamismo, optimismo y tantas ganas de vivir aún en condiciones difíciles haciéndole frente a las necesidades sin bajar la cabeza, dándole ánimo a su familia y la oportunidad a sus hijos para estudiar, y con sobrada fortaleza para seguir adelante con entusiasmo.
En cambio no he conocido ninguna que se haya dado a la bebida y haya abandonado a su familia por miedo a no poder enfrentar sola la responsabilidad de su cuidado.
Y también he conocido a otras mujeres que lo tienen todo, una hermosa casa, hijos buenos, un marido que las quiere, dinero suficiente y tiempo libre para disfrutar de la vida que sin embargo no son felices y se están siempre quejando.
Esta realidad nos está diciendo, como todos sabemos, que el dinero ayuda pero no hace la felicidad; y que las dificultades no son un obstáculo tan difícil de vencer para negarse a tener un hijo en cualquier condición si se tienen agallas.
No hay nada en el mundo que pueda superar a los afectos para poder ser más feliz y tener una vida saludable, ni nada que sea más doloroso que la pérdida de un ser querido.
Renunciar a la maternidad es más que nada una cobardía, una incapacidad para dar lo más importante de este mundo, que es la vida.
No importa quien sea el padre, todos sabemos que el hombre en estos días huye de los compromisos de algún modo, el que puede.
Antiguamente los hombres eran guerreros o cazadores, dos buenas excusas para estar lejos y no ocuparse más que de si mismos.
Ahora tienen sus profesiones, sus ejercicios físicos, sus encuentros furtivos para proporcionar algo de sabor a sus vidas insatisfechas, porque están haciendo cosas que no les gustan con el único propósito de ganar dinero.
Lo cierto es que un hijo no cabe en la vida de un hombre soltero con agenda completa, que sólo puede encontrar un lugar en ella para acompañar a su pareja al ginecólogo para que se haga un aborto.
Esto sería en el mejor de los casos, porque muchas mujeres tienen que ir solas, tomar esa decisión desgarrante y enfrentar el peor momento de sus vidas, al elegir separarse de alguien que jamás podrán olvidar mientras vivan.
Porque para que se desarrolle una depresión se necesitan dos cosas, el campo propicio y una situación que no se ha podido elaborar, una circunstancia mal vivida, a veces tan antigua que parece inofensiva, pero que sin embargo arruina el resto de la vida.
La naturaleza tiene su manera de hacer equilibrio y no deja espacios vacíos, los llena de melancolía, y el dolor se enquista, forma tumores, la culpa no permite conciliar el sueño, no disfrutar de la vida y aunque se tengan otros hijos nunca serán suficientes porque no estará aquel que por propia iniciativa han perdido.
Un hombre se puede reemplazar, pero nunca a un hijo.