La Motivación
La motivación es el conjunto de necesidades físicas o psicológicas, de valores y modelos sociales incorporados, no siempre conscientes, que orientan la conducta de la persona hacia el logro de una meta.
El estudio de las motivaciones tienen cada vez más relevancia en el campo de la selección de personal, la psicoterapia, la publicidad y de la práctica forense para llegar a entender las razones que rigen los comportamientos humanos.
La motivación nunca es externa sino que es un factor interno. No se puede identificar motivación con refuerzo o con los estímulos externos sino con el significado personal que tiene ese comportamiento.
Antiguamente se consideraba que la conducta era resultado del instinto. Sigmund Freud consideraba que gran parte del comportamiento humano se basaba en motivos inconscientes.
Otros autores daban una respuesta estrictamente biológica diciendo que los impulsos humanos tenían la función de mantener el equilibrio fisiológico.
Los psicólogos conductistas explicaban la conducta como la respuesta a estímulos, o sea la conducta como puro condicionamiento. Sin embargo, cuando realizaban experimentos para ver la incidencia del aumento del refuerzo en la conducta, se encontraron con que un mayor estímulo no producía una mayor frecuencia de la conducta que un estímulo menor.
El refuerzo puede aumentar la motivación pero no la conducta, porque lo que más influye en el aprendizaje es la sensación individual que producen los refuerzos, que le permiten cumplir sus propias metas.
No es el incentivo lo que provoca la respuesta sino el incentivo que lleva al cumplimiento de una meta.
Por lo tanto, para el aprendizaje o para cualquier clase de comportamiento humano, lo más importante es la motivación.
El motivo es el motor que mueve a la acción, el incentivo personal que lleva al cumplimiento de metas.
Los presos de alta peligrosidad que están cumpliendo condenas en la cárcel de San Quintín, en los Estados Unidos, sólo sobreviven cuando encuentran una motivación para vivir en situación de encierro. Muchos se vuelven locos, otros se suicidan, sólo quedan los que encuentran algo por qué vivir.
Los crímenes son imposibles de resolver si no se encuentra una motivación, porque todos se producen por un motivo.
El competidor más peligroso en el deporte es el que tiene un fuerte motivo para vencer; como muestra espléndidamente la película “Carrozas de fuego”. El ministro de la iglesia que se presenta a competir en las Olimpíadas que desea ofrecerle su triunfo a Dios corriendo más rápido que ninguno, o el millonario judío que necesita demostrar que vale realizando esa epopeya.
Los motivos personales genuinos se relacionan con los valores. Si no existen valores tampoco puede haber motivos consistentes.
Sólo queremos lograr aquello a lo que le hemos asignado un valor que no necesariamente se relaciona siempre con el dinero o el poder.
La motivación permite dirigir la atención hacia el campo de interés o sea tener una mejor disposición hacia ciertas áreas y no hacia otras.
No sólo se aprende sino que se aprende a aprender, logrando detectar los indicadores esenciales que nos llevan a la solución de problemas o al cumplimiento de los objetivos.
El significado y la emoción mediatizan las respuestas, de modo que se convierten en reforzadores mediáticos de la conducta.
En la película “Mi pie izquierdo”, que narra la vida real de un lesionado cerebral severo de nacimiento, se puede apreciar la motivación del protagonista de trascender sus limitaciones en forma heroica, contando sólo con su pie izquierdo y con la ayuda de una madre ejemplar; realizando la extraordinaria hazaña de convertirse en pintor y escritor.