Si no rinde en la escuela, no te rindas
Desafortunadamente, la escuela es una institución infravalorada actualmente. Cuando debe ser un espacio de unión entre personas, cada vez asistimos con más frecuencia a desavenencias que tienen lugar entre padres y maestros. Esta «frialdad» influye forzosamente en la actitud que los niños mantienen hacia la escuela. Si en casa sólo oyen comentarios negativos, se formarán una opinión contraria, por lo que no entenderán por qué tienen que estar obligado a ir a un sitio tan nocivo, con maestros malvados que les mandan callar, estudiar, hacer deberes, estar quietos, y ser educados. En este contexto, es natural que su motivación hacia la escuela y sus circunstancias sea nula, como mucho.
Por tanto, no nos sorprendamos que nuestros hijos nos ofrezcan un bajo rendimiento escolar. Por supuesto, no es éste la única causa, pero es posible que el ambiente hostil que se genera en torno a las instituciones educativas genere un malestar general que incida, de alguna manera, en el rendimiento de los alumnos. Concretamente, el bajo rendmiento escolar suele originar fracaso escolar cuando se alarga en el tiempo.
No es un tema baladí ya que las consecuencias de los problemas académicos afectan, normalmente, a nivel social, emocional y personal. Es tiempo, pues, de mantenernos alerta y de prevenir, en la medida de lo posible, que el fracaso escolar ocupe un lugar predominante en la vida familiar. Así, nuestra aportación a tales efectos dará su fruto en forma de adultos cuyo desarrollo global ha sido medianamente equilibrado.
Podemos tomar algunas medidas que no suponen un esfuerzo agotador:
- Favorecer un ambiente estimulante en el hogar tiene numerosas ventajas. A mayor implicación familiar, mayor percepción de interés y de competencia por parte del niño, lo cual se traduce la creación de hábitos y de ritmos de trabajo de manera natural.
- Sacar malas notas no es agradable para ningún niño, aunque sea una constante. Tenderán a tener baja autoestima y ser percibirán a sí mismos como no competentes, evitando por tanto cualquier oportunidad que les conduzca a confirmar esa hipótesis. Intentemos conocer la idiosincrasia de cada niño para poder encontrar una motivación que se adecúe a su personalidad.
- Revisa el nivel de lectoescritura de los niños. En ocasiones, estos aprendizajes no se han interiorizado correctamente lo que lleva consigo que vayan arrastrando dificultades, confusiones, problemas de aprendizaje, etc. Si es necesario, aconsejamos retomar el aprendizaje de la lectoescritura puesto que es básico para la adquisición de conocimientos. Igualmente, la detección temprana de trastornos asociados como la dilexia o la disgrafía será primordial para tratarlos lo antes posible.
- Otros motivos que encaminan al niño hacia un bajo rendimiento escolar son de carácter emocional. Cuando hay problemas en casa, situaciones de acoso escolar, o procesos emocionales personales de alto impacto, el bajo rendimiento suele ser una manifestación de alguna de estas circunstancias. Si sospechamos que puede existir alguna cuestión en este sentido, no dudemos en investigar el caso.
- Es probable que, cuando no hay indicios de ningún impedimento de los mencionados anteriormente, el fracaso se deba a cuestiones pedagógicas relacionadas con los hábitos y/o procesos de trabajo, en cuyos casos, el niño deberá recibir unas orientaciones por parte de un equipo de especialistas formado por maestros y psicopedagogos en conjunción con la familia.
Se han expuesto unas sencillas indicaciones para iniciar el camino para la recuperación del rendimiento escolar de niños que, no presentando complicaciones físicas o cognitivas, encuentran dificultades en seguir el curso académico. Asumamos nuestro papel en este menester, es responsabilidad de todos.