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Los Límites en la Escuela

Publicado por Malena

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Los niños llegan a la escuela condicionados por una relación ambigua con sus padres, quienes no actúan como tales sino que se comportan como si fueran pares o amigos.

Esta actitud se debe a veces a sus propias experiencias infantiles con padres autoritarios que no tenían ningún respeto por ellos obligándolos a hacer su voluntad sin jamás escucharlos; lo que los obliga a consentir a sus hijos como compensación.

Pero también puede tratarse de la actitud indolente e irresponsable de padres ausentes, que no son capaces de asumir su rol y renuncian a mantener su autoridad en el hogar; o de padres que descargan sus resentimientos por haber sufrido maltratos en su infancia.

La autoridad es un rol, y no representa una posición de poder ilimitado sino que es un papel intransferible que debe desempeñar todo aquel que tiene la responsabilidad de educar a su hijo.

No significa mandar u ordenar sino que se trata de poner las reglas y hacerlas cumplir actuando con firmeza y sin violencia.

Hoy en día los niños no tienen figuras paternas significativas, porque sus padres no saben o no quieren asumir su rol, por lo tanto, esos niños, no reconocerán ninguna autoridad a ninguna persona mayor, sea quien sea, ni les inspirará ningún respeto, ni llegará a tener la relevancia necesaria como para identificarse con ellos.

Es importante que un niño desde pequeño aprenda a tomar algunas decisiones que le competen de acuerdo a su nivel, pero no es posible obligarlo a elegir sobre temas sobre los cuales no están capacitados para discernir y que solo deben ser responsabilidad de un adulto.

Las decisiones concernientes a la escuela donde van a ir, el barrio donde van a vivir, la casa que habitarán, la forma de disponer del dinero, la ropa que van a usar deben ser de los padres, no de ellos. Porque no es lo mismo elegir entre ponerse un pantalón en lugar de otro que ya tienen, que exigir que le compren determinadas vestimentas de moda y desechar la que tienen, endeudándose para consentirlos.

A muchos padres les falta firmeza, no son fieles a sus propias decisiones, cambian, se contradicen y no tienen la fortaleza de mantener sus propias convicciones.

Los padres son modelos para los hijos y es imposible identificarse con un modelo que cambia de valores a cada rato.

Los niños se comportan en la escuela como en su casa y copian la forma de conducirse que tienen sus padres. Si un padre no respeta a la autoridad ni las leyes su hijo hará lo mismo y se rebelará contra toda norma, regla o imposición institucional.

El trato que los padres tienen entre si es un patrón de comportamiento que imitarán sus hijos para relacionarse con las personas que los rodean y con sus maestros. Porque la violencia en la escuela es una conducta aprendida en el hogar, y la mayoría de las veces los chicos violentos son los que reciben castigo corporal de sus padres.

Las sanciones disciplinarias deben existir tanto en el hogar como en la escuela, que no representan castigos sino que son las consecuencias del no cumplimiento de las reglas.

En toda sociedad pasa lo mismo, quien no cumple con las leyes va preso, y tal vez, si aprende de su experiencia podrá rehabilitarse.

Al tener conciencia de que cada acción tiene su consecuencia, los niños adquieren el sentido de responsabilidad para hacerse cargo de su propia conducta y aprenden que no basta con disculparse o arrepetirse.

Los niños discriminan desde pequeños a los que son diferentes, tal cual hacen los padres que priorizan la presencia y dejan de lado la decencia, cuando no les importa de dónde viene el dinero, porque lo que más les importa es tenerlo.

No basta con intentar reflexionar con el alumno sobre su falta de respeto o su conducta antisocial, es necesario que cumpla una sanción, que haya una respuesta concreta frente a la irreverencia, el atropello, la burla, el desprecio por las diferencias y la falta de disciplina, para que pueda tomar conciencia que la convivencia es imposible en una sociedad donde no se cumplen las reglas, porque la violencia engendra violencia y siempre se vuelve contra uno mismo.