Psicoanálisis y escuela
Retomando los artículos anteriores sobre «fracaso escolar» y TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad») decimos que desde el psicoanálisis operamos con otras respuestas, fuera de la medicación y el reforzamiento pedagógico.
No nos ocupamos del niño por su cuerpo, ni tampoco lo tomamos como un individuo en connaturalidad en relación al conocimiento.
En el discurso analítico se trata de la manera que tiene cada niño, los recursos que tiene para circunscribir una respuesta propia frente a la angustia.
Una de las orientaciones posibles en psicoanálisis es hacer de una inhibición, un síntoma; a partir de que la angustia se pone en función. En algún post anterior he leído como acting-out esos «llamados de atención» de los niños, como respuestas, salidas a la angustia. Estas manifestaciones «conductuales» que pueden leerse fácilmente en la escuela como «inquietud» o «falta de atención»…
Bien, se trata entonces, de alojar en principio esa angustia, y hacer de la inhibición (en este caso, del conocimiento) un síntoma a analizar.
Sabemos que Lacan le dio a la angustia el lugar de ser el único afecto que no engaña. Un afecto que da cuenta de la estructura. En el transcurso de su enseñanza ha ubicado cómo el sujeto es interpelado en relación al deseo del Otro (en los´60) o ante lo real de lo simbólico (en los ´70)
En una primera reconsideración, Lacan nos dice que la angustia no es sin objeto, y ya en RSI hay una localización del objeto en el cruce Real-Simbólico.
Sigmund Freud, por su parte, habla de «angustia de castración», teniendo la función de motorizar la represión, lo que produce síntomas. Es decir, la angustia como productora de síntomas.
Podemos decir entonces que entre la angustia como estructural y la angustia como productora de síntomas, es necesario que algo opere: el Padre, en tanto agente.
Hay que tener en cuenta la época para poder dimensionar los medios con que se cuentan para que se produzca esta operación del padre, permitiendo al sujeto elaborar su propia respuesta. Ya que el padre ha tenido en cada cultura y en cada época un lugar particular, que por supuesto ha tenido consecuencias directas en las respuestas posibles de cada sujeto.
Es decir, no es lo mismo el semblante de autoridad y saber que tenía el padre en determinado momento de la historia, que el lugar desacreditado, venido a menos, que tiene en la actualidad y que obviamente acarrea otros efectos en el sujeto.
Actualmente, el lugar del padre ha sido reemplazado (en tanto semblante del saber) por el discurso científico, que por su parte no espera que el sujeto produzca saber, porque el saber, el lugar del saber ya lo ocupa la ciencia misma. Es una manera de ilustrar una teoría que fuertemente se sostiene en psicoanálisis, que es la de que el Discurso Amo ha sido reemplazado por el Discurso Universitario.
De acuerdo a esa imagen paterna que nos aporta la época actual, hay en la estructuración subjetiva una alteración de los valores, los Ideales, y una inflación del Yo.
Lo que Lacan ha llamado, ha advertido como la «neurosis contemporánea»: ausencia de síntomas y manifestaciones cada vez más crecientes de angustia...
Las categorías de real, simbólico e imaginario hacen del discurso analítico una apuesta diferente de la psicopedagogía o de la psicología como ciencia. Porque opera a nivel de la estructura, constituyendo así efectos reales. Es una anudamiento por lo real que permite ir más allá de los nominalismos, TDAH por ejemplo…
Porque no es suficiente poner un nombre, clasificar y agrupar signos. Es necesario oponer el realismo de la estructura para alcanzar la función simbólica.
FUENTE: SALMAN, S. Comp. «Psicoanálisis con niños.Los fundamentos de la práctica»