Ama de Casa

Vivimos en una sociedad donde se desempeñan infinidad de roles. Los roles son los papeles que representamos en el escenario de la vida donde cada persona tiene la oportunidad de imprimirle un carácter o calidad propia.

Todo grupo social tiene un modo de hacer las cosas y de relacionarse, pero cada persona desarrolla sus actividades de acuerdo a su personalidad y a su creatividad.

La expectativa de rol es todo aquello que los demás esperan de la persona que le corresponde desempeñarlo, en su contexto.

La familia es un grupo ligada por lazos afectivos y de parentesco y dentro del núcleo familiar coexisten distintos roles. No existen dos personas que desempeñen el mismo rol de la misma forma, pero el objetivo principal del desempeño del rol familiar tiene que ser cumplido para evitar conflictos.

Las sociedades cambian y los roles también, pero estos cambios se van produciendo lentamente; y aún más lento es el cambio de las expectativas de rol.

Por ejemplo: si tomamos un taxi, la expectativa de rol de taxista es que nos lleve a destino por el camino más corto. Luego, cada taxista le imprime su carácter: conduce rápido, despacio, es prudente, imprudente, habla con los pasajeros o no, aprovecha para vender cosas a los pasajeros, etc.

Cada rol tiene una mayor o menor riqueza de modalidades según su característica, pero la mayoría tiene amplio margen de desarrollo creativo.

Cuando ejercemos un rol conocemos las expectativas y los inconvenientes que ocasiona no cumplirlas, por lo tanto siempre será nuestra responsabilidad el resultado de nuestro desempeño.

La mayoría de los roles que desempeñamos los elegimos pero otros no, como por ejemplo el rol de hijo, de hermano, de pariente, etc. Cuando no podemos elegir, no tenemos otra alternativa que cumplirlo de la mejor manera posible, principalmente para contribuir a la armonía familiar.

Cuando un integrante de la familia no cumple las expectativas de rol, se producen conflictos y sufrimiento de todos sus miembros, pero además, uno de ellos tiende a asumir el rol no desempeñado para mantener la cohesión. Pero nunca se puede reemplazar el rol de otro, solamente se puede suplantar ejerciendo un rol diferente, que es el rol de suplente.

En esta sociedad, el rol de ama de casa ha cambiado pero las expectativas de rol aún no se han modificado lo suficiente.

Los niños todavía esperan autoridad y sostén por parte del padre y protección y afecto por parte de la madre.

El rol de ama de casa debe interpretarse como lo que es, una jerarquía que tiene a su cargo la dirección del hogar.

La organización familiar debe tener, como en cualquier otra empresa, una dirigencia, porque no puede una familia ir a la deriva. La gerente natural de un hogar es la madre y esa debe ser la verdadera expectativa de rol.

Puede ser un rol compartido por el padre, pero aún hoy lo que se espera es que sea la mujer de la casa la que se encargue de hacer funcionar el hogar.

La mujer tiene mayor inteligencia práctica que el hombre, por lo tanto en la mayoría de los casos, tiene una mayor capacidad para manejar tanto el aspecto económico como doméstico del hogar, sin contar que es el único ser en la tierra que puede hacer bien, dos cosas al mismo tiempo y tomar decisiones sin equivocarse, muchas veces por intuición.

Hoy en día casi todas las parejas trabajan a la par y hasta puede ocurrir que una mujer gane más que su pareja. En esos casos, pueden observar a diario que pocos hombres pueden aceptar esa diferencia y la mayoría fracasa en su relación, precisamente porque todavía la expectativa de rol es que el hombre sea el sostenedor y no la mujer.

Es importante que el rol de ama de casa sea revalorizado y no negado, no se trata de hacer los quehaceres domésticos, sino de dirigir, de llevar el timón de la casa donde todos deben ayudar pero bajo su dirección, porque ese desempeño brindará la oportunidad de hacer felices a los hijos, mantener la armonía y cohesión familiar y llevar adelante la más importante empresa de la vida.