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El Baile, de Irene Némirovsky: La Madre Terrible.

Publicado por Lic. Maria V.

El Baile es una obra de Irene Némirovsky que fue publicada en Francia en 1930. Narra la relación conflictiva entre una madre y su hija adolescente, en el seno de una familia enriquecida, que busca desesperadamente el reconocimiento social.

Los aspectos psicológicos en los vínculos están plasmados de manera sublime, siendo ademas que están basados en aspectos autobiográficos de la relación de Irene Némirovsky con su propia madre.

Las exigencias, la agresividad, la desafectivización, el odio, la rebeldía, las ansias de libertad, los contrastes entre el mundo adulto y los deseos de la adolescencia, el poder, la ambición... son temas complejos que está obra aborda con maestría y sencillez.

La madre terrible es esa madre encarnada en el personaje de Rosine en El Baile, que no experimenta empatía alguna por su hija. El desprecio es tal que la desvaloriza constantemente haciéndola sentir un estorbo.

La competencia y la envidia le impide poder darle a su hija un lugar.

Es una madre inmadura, insegura, que siente que no ha vivido lo que merecía y que el dinero es su oportunidad de hacerlo. Para esto necesita invisibilizar a su hija, negar su crecimiento, ocultarlo.

El crecimiento de una hija que deja de ser una niña, que aspira al amor, al reconocimiento, a la libertad y al afianzamiento personal, se chocan con los deseos de su propia madre: de esas ansias que cree no haber podido realizar.

Así la madre lo manifiesta como: «A un lado, que ahora es MI turno.» Esa exclusión deja los sueños de su hija absolutamente ocultos, motivo que desencadena entre otros factores, el acto de venganza.

En esta obra la crudeza del trato de esa madre es significativo: es una madre que aleja, que menosprecia, que devora. Devora en tanto no reconoce a su hija como un otro con necesidades y deseos propios.

La hija existe en tanto cumpla una función para ella: la salude como corresponda, tenga los modales adecuados, escriba la lista de invitados con bonita letra…Cuando algo de los deseos e intenciones de esta hija la incomode u obstaculice sus necesidades propias entonces la aleja y anula.

Incluso al terminar el relato se observa cómo esta madre cambia de actitud cuando ve que la hija es la única que queda para acompañarla. Mientras cumpla esta función, será querida. Es plenamente narcisista la posición de la madre.

Este tipo de vínculo es absolutamente destructivo y sin duda se refleja en los pensamientos de Antoinette, en sus impulsos de muerte, fantasías de destruir a su madre y también de destruirse a sí misma. El exterior le confirma que su existencia no es valorada, no es sostenida.

El padre ocupa una función secundaria, porque no rompe con esa interacción destructiva. Colabora con el menosprecio hacia su hija, y, si bien no dirige las agresiones, tampoco se opone, avalando ese tipo de vínculo.

La resolución de esta historia es esperanzadora, porque en lugar de sucumbir a la tragedia del rechazo, la hija ha llevado a cabo un acto, un desafío, ha puesto en juego algo de ese «salir al mundo» que tanto ansiaba.

Por medio de un impulso de venganza ha podido ver quienes había detrás de esos padres autoritarios, los ha visto con otros ojos: débiles y temerosos. Ha visto a esa madre caer del trono y desmoronarse frente a ella.

Esto representa la caída de los padres todopoderosos en la etapa puberal/adolescente, donde pierden su impostura, y se pueden ver carentes y humanos.

La madre terrible es esa madre que todo lo puede; por eso, con su sola presencia puede hacer dejar de existir. Si cae, pierde ese poder; y con él, el peligro se desvanece.

El movimiento que ha logrado hacer la protagonista, le permite salirse de ese lugar pasivo y sufriente de ser la «pobre niña» no querida y no escuchada. Para pasar a ser quien diga, por vez primera: «Pobre Mamá».