El conflicto y la Neurosis.
Una de las cuestiones que caracteriza a la Neurosis descrita por Freud, es, en su núcleo, la existencia de un conflicto aparentemente irresoluble.
Jung también opinaba que la Neurosis es el resultado de un desacuerdo con uno mismo.
A partir de estas básicas descripciones podemos abordar la cuestión del osbtáculo y la resolución, de acontecimientos que se presentan en la vida diaria.
La resolución como tal de un obstáculo o conflicto implica la capacidad de confiar en herramientas propias para poder afrontar esa realidad que se nos presenta. A partir de esa autoconfianza se pueden movilizar estrategias para transformar, cambiar, y por ende, resolver tal conflicto.
Para que esto sea posible debe haber una cierta conciliación entre instancias psiquicas, con un Yo relativamente fuerte que permita mediar entre las exigencias del ello y las demandas superyoicas.
En la Neurosis se vive en realidad en un constante conflicto, donde la solución se evita, se oculta, o resulta imposible.
La queja y el sufrimiento neurótico están acompañadas de un «no hacer» o, lo que es lo mismo, una huida del conflicto que se presenta. Los síntomas son formas de resolver ese conflicto sin tener que enfrentarlo.
Vivir en el conflicto es la descripción de una realidad detenida que no permite avanzar. Siempre habrá nuevos obstáculos, detalles que aparezcan, una vez más, para frenar ese avance. Advengan ya sea como pensamientos a la conciencia, o se manifiesten mediante síntomas corporales o temores.
El sujeto queda atrapado en un un agujero del cual no puede salir, porque siempre aparece una nueva negativa que se lo impide.
Tal situación lo deja sumido en la inmovilidad y la sensación de imposibilidad. En general, la responsabilidad queda ubicada por fuera, presentándose el sujeto en la posición pasiva del sufriente que no puede lidiar con lo que le ocurre.
La postura del terapeuta en estos casos es la de habilitar al paciente, responsabilizándolo para que asuma el papel que le ocupa en la resolución de su padecimiento.
La vida en este conflicto constante representa las barreras e impedimentos que el sujeto neurótico se impone a sí mismo, impidiendo desplegar lo que realmente desea. Para eso, se conjugarán toda suerte de fuerzas, situaciones externas, vinculares, figuras de autoridad y dolencias que servirán como excusa perfecta para la no resolución del conflicto.
En algunos casos la rumiación constante, las preocupaciones, los pensamientos negativos funcionarán como barrera. En otros, las dolencias físicas y la negación impediran enfrentarse a él.
De un modo u otro la terapia posibilita una salida. Una vía, responsabilidad mediante, de resolución del conflicto que origina el padecimiento por el cual consulta. Asumirá, en el mejor de los casos, que su posición es fundamental en su propia realidad psíquica, y que depende del cambio que pueda implementar, la resultante transformación de esa realidad.
El obstáculo constante, la evitación o la dolencia física, funcionan como obturador. Permiten que el sujeto quede detenido, no permitiendole movilidad, y afectando en gran medida su desempeño en el ámbito social.
Sin poder resolver estas cuestiones de base, muy difícilmente el sujeto pueda enfrentar los conflictos que se le presentan a diario. Subyace el conflicto fundamental, que es un conflicto consigo mismo. La terapia posibilita destrabar y acceder a contenidos inconcientes que permitan integrar y conciliar este trasfondo conflictivo.