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El Sueño de los Bebés

Publicado por Malena

El Sueño de los Bebés

Las mujeres embarazadas que sufren stress transmiten su ansiedad al bebé en gestación, porque el nivel de cortisona en la madre eleva también el nivel de esa hormona en el líquido amniótico.

Quiere decir que los bebés están expuestos, dentro del útero materno, a las hormonas que producen stress, que influyen en forma desfavorable en el funcionamiento del cerebro del niño.

Estos estudios, realizados en el Imperial Collage de Londres y publicados en un artículo reciente del Journal of Clinical Endocrinology, demuestran que los bebés, además de estar expuestos a distintas sustancias, también se exponen a las hormonas.

Una vez que el bebé ha nacido, muchos padres suelen consultar con su pediatra, agotados y desesperados y agobiados por sus obligaciones, porque su bebé no logra conciliar el sueño.

El ingreso de la mujer al mercado laboral, ha acentuado esta situación y multiplicado las noches sin sueño de sus hijos.

Crecieron mucho las consultas a los médicos de los papás de bebés entre 0 y 2 años, que no duermen.

Los pediatras no creen que sea un problema de los infantes, sino más que más bien se trata de una consecuencia de la acelerada vida moderna.

Se ha observado que este problema se presenta frecuentemente en familias cuyos padres son profesionales muy ocupados.

Un niño termina de formar la estructura del sueño al tercer mes de vida y a los 45 días su madre, que trabaja, debe retomar sus ocupaciones, alterando de algún modo la fisiología normal del sueño de su bebé.

Otro factor es la intolerancia común de padres que tienen su primer hijo después de los treinta años, y que ya no tienen la paciencia de las mamás y papás más jóvenes, ni trabajos con pocas responsabilidades.

El dormir de los niños no es como el de los adultos y exige un tiempo de maduración.

Muchos factores influyen en este proceso, como la adaptación del niño a su medio, las rutinas familiares, su maduración cerebral, si tiene o no hermanos, la personalidad de sus padres y los hábitos que este bebé haya adquirido.

Es un error grave condicionar al niño que no duerme con una mamadera o llevándolo a dormir con los padres.

Un niño sano, a los dos meses puede dormir sin pausas en una habitación separada. Lo mejor es colocar al bebé que parece tener sueño en su cuna y dejarlo que se duerma solo, sin necesidad que en la casa se guarde un silencio absoluto. De esta manera se acostumbrará a conciliar el sueño con los ruidos normales del ambiente.

No hay que dejar de lado el temperamento básico del niño. Si se trata de un bebé inquieto puede dormir algo menos y ser más sensible a los ruidos.

Un hogar con ambiente tranquilo favorece la relajación de un niño y el baño antes de dormir puede dar muy buenos resultados a la hora del sueño.

Horarios fluctuantes en los niños, tanto para las comidas como para el sueño provocan inestabilidad en ellos y los habitúan a querer comer y dormir a cualquier hora.

Al volver a casa los padres tendrán que tratar de estar de buen humor, cambiar la cara al entrar en casa, y prestarle atención, porque los niños son muy sensibles y captan las malas ondas. Ese pequeño esfuerzo, si se hace todos los días se convertirá en un hábito y seguramente harán que ese niño se entregue al sueño, tranquilo.

Los niños aman las rutinas y se perturban ante cualquier cambio. Lo más conveniente por lo tanto, es evitarlos.