La Adicción al Juego
El juego es una habilidad recreativa humana muy antigua. Desde siempre el hombre se sintió atraído hacia actividades que le demandaban destrezas específicas para competir con sus pares.
Tanto el juego como el teatro son meras ficciones donde los jugadores o los actores se comportan como si la situación fuera real, pero aunque sólo sea una ilusión, no deja de tener influencia en la vida, principalmente en el caso de los juegos de azar.
Cuando el juego es sólo un entretenimiento lúdico resulta útil, nos permite relacionarnos y desplegar nuestra imaginación y nuestra habilidad, pero cuando se convierte en el sentido de la vida se transforma en una adicción.
La adicción al juego por dinero puede comenzar en la niñez cuando existe la oportunidad de ver jugar y divertirse a los mayores; o bien en la juventud si se frecuentan amistades que lo hacen habitualmente.
Siempre el entorno favorece la tendencia y destreza natural para el juego, aunque la personalidad adictiva sea la base para inclinar a una persona a dedicarle su vida o parte de ella.
La adicción al juego destruye matrimonios, disuelve hogares, produce la pérdida del trabajo, genera deudas y hasta puede llevar a la cárcel al jugador empedernido.
Estas personas dejan de ser racionales y terminan manejando sus vidas con pálpitos, presentimientos, visiones, que los llevan a apostar hasta arriesgar más de lo que tienen y hasta perderlo todo.
No hay duda que los únicos que ganan en el juego son los dueños de los casinos; tal es así que cuando alguno de sus clientes tienen una buena racha lo investigan para descartar posibles contadores de cartas.
El conteo de cartas es una técnica de juego para poder ganar en los casinos jugando al póquer. Además de no ser nada fácil exige una gran habilidad con los números y muy buena memoria, además de una gran motivación y deseos de compartir las ganancias con el resto del equipo de aprendizaje que es el que diseña las estrategias.
Cualquier persona sensata, con sentido común, con las mismas habilidades y el mismo esfuerzo consigue un buen trabajo y además puede vivir tranquilo; sin embargo, existen personas inmaduras que aman el riesgo y no pueden vivir sin adrenalina en su sangre, por lo tanto eligen el camino más difícil y deciden dedicarse al juego con la ilusión de hacer grandes fortunas y después retirarse. Es una conducta infantil porque el juego es propio de los niños.
Cuando se ha ingresado en este camino sin retorno, la única posibilidad de salida son los grupos de autoayuda, cuando existe la verdadera convicción en el adicto de liberarse.
Toda adicción refleja un conflicto interno no resuelto y el juego es una forma de descargar la tensión que produce una carga emocional no elaborada.
El grupo puede brindar apoyo, generar las condiciones necesarias para revivir situaciones del pasado no resueltas, la posibilidad de aprender de los demás y de beneficiarse con sus experiencias.
La Psicología profunda analiza la conducta del jugador y llega a la conclusión que ganar para él representa simbólicamente un orgasmo. Lo considera una perversión porque este también es un modo de satisfacción sexual desviado del propósito normal.
La terapia individual es aconsejable, ya que el adicto deberá replantear su vida y canalizar sus energías convenientemente, hacia fines más constructivos y maduros.