Juego y lenguaje
En el dispositivo analítico, uno de los instrumentos con los que contamos para abordar la práctica con niños es el juego. Como elemento fundamental que nos permite hacer diagnóstico diferencial, intentaré transmitirles el valor que tiene el juego en la clínica, en cuanto a su función y su lugar en la misma.
Partiré de proponer que «el juego es un aparato de goce», en el que se articulan los tres registros de la experiencia que propone Jacques Lacan: R (real) S (simbólico) I (imaginario)
Si decimos que el juego es «aparato» es en tanto el valor de uso del mismo; es decir en su sentido de artefacto, de instrumento. Además, todo aparato tiene una función. Es decir: el juego sirve para algo.
Así, el juego como aparato tiene un fin, que Lacan en el Seminario 20, «Aún», lee como una «finalidad de goce». En ese Seminario que da Lacan en los años 1972 y 1973, considera al lenguaje como aparato de goce para abordar la realidad. Es en ese sentido que se propone pensar al juego en esta misma dirección, en tanto aparato que sirve para afrontar la realidad.
Este planteo se hace en tanto ambos, lenguaje y juego, comparten su costado de semblante (entendido como una ficción simbólico- imaginaria) que nos sirve para abordar lo real. Además, respecto de su valor de uso, ambos sirven para producir goce; en términos freudianos, para producir una ganancia de placer de otro tipo, teoría que aparece en «Más allá del principio del placer». Dice Freud específicamente allí, que el juego produce un placer «de otra índole», algo que Lacan retoma en la vía del goce.
Hemos hablado en algún artículo sobre el Fort-Da, ese juego infantil que Freud observaba en un niño (que era su nieto) el cual le sirve como prueba clínica de ese «más allá del principio del placer» junto con otra prueba que son los sueños traumáticos.
Tanto ese juego como los sueños traumáticos le permiten dar cuenta de lo que es ese «más allá» en la vida psíquica de los sujetos.
Repasemos: el fin del aparato psíquico es unir la energía a las representaciones -en palabras de Lacan, ligar la pulsión con significantes.
Freud diferencia dos modos de ligaduras: una que se produce por «irrupción traumática», es decir, grandes cantidades de energía que el aparato psíquico no llega a unir con las representaciones, quedando así un exceso de energía libre en el aparato. Así tenemos los sueños traumáticos que nos dan cuenta de esa energía no ligada, y que despiertan al sujeto aterrorizado.
La otra modadalidad de ligadura es la que nos testimonia el juego infantil, en el cual sí se logra ligar pulsión y representación. Es esto a lo que Freud llama «ganancia de placer de otra índole». Algo que nos remite a la utiliad propia del juego, por un lado; y por otro, a una satisfacción que se alcanza.
En relación a lo que esto último nos provee para pensar los efectos del uso del juego en la clínica con niños, debemos destacar que en el juego hay una satisfacción, lo que nos orienta hacia la localización de la posición de goce del sujeto.
FUENTE: SALMAN, S. (comp.)»Psicoanálisis con niños. Los fundamentos de la práctica»