La Vanidad de los Muertos
La muerte es algo de lo que no se habla. Un tabú para muchos, que la niegan en su afán de vivir eternamente. Hay gente que desea que los congelen cuando mueran para sobrevivir cuando exista una cura para las enfermedades que sufren. Pero creo que es inútil, porque si el alma no se cura probablemente se enfermarán de otra cosa; y lo peor de todo, es que después de tanto tiempo no conocerán a nadie.
Personalmente no tengo ningún apuro por morirme, pero sí he logrado una cierta aceptación que me permite vivir mucho mejor que antes, cuando naturalmente tampoco quería oír hablar de ella.
Estoy convencida que la muerte es lo mismo que la vida pero mejor, porque creo que la mente se convierte en puro pensamiento. Por lo tanto estaremos donde cada uno desea estar, con toda el alma. El que quiera volver a esta tierra volverá, el que desee estar en el cielo lo logrará y el que desee descansar eternamente así lo hará.
Porque nada termina en el universo que es eterno como nosotros, que seguramente seguiremos existiendo en algún lugar.
Pero sabemos que muchos, que todavía no han muerto, desean asegurar en esta tierra amplias comodidades para sus cadáveres, por eso compran parcelas en hermosos lugares arbolados para poder ver las raíces desde abajo.
Hay que reconocer que no es lo mismo ir al Cementerio de La Chacarita que nos deprime, que a la Recoleta que casi es un museo, y de paso nos podemos quedar a almorzar en frente que es bárbaro.
También son muy solicitadas las parcelas en un Cementerio Jardín, de esos que pululan en Pilar, donde a pesar del dolor del ausente el paisaje nos hace sentir contentos y rodeados de gente como uno.
No es raro saber de familias que alquilan por un tiempo una bóveda bien ubicada para quedar bien con sus amistades, porque no es cuestión que vayan a creer que el fallecido no tenía dónde caerse muerto.
Es verdad que todo esto de la muerte da risa, porque somos vanidosos hasta después de muertos.
Los orientales creen que el momento de la muerte es todavía más placentero que un orgasmo. A más de uno le va a venir bien porque tal vez en la tierra no hayan tenido tantas oportunidades y entonces podrán pensar que valió la pena morirse sólo por eso.
A Borges, que era un genio, cuando ya estaba muy anciano y enfermo, un periodista le preguntó qué pensaba sobre la muerte. Le contestó “por fin algo nuevo” mientras parecía que lo miraba, sin verlo.
Todos queremos que nos recuerden cuando nos hayamos ido, que no se vayan a olvidar de nosotros los que están todavía vivos, como si nos pudiera importar tanto estando muertos.
Estamos tan apegados a las cosas mundanas que no podemos con nuestro genio y nos queremos ir al otro mundo dejando recados para que los que se quedan hagan todavía lo que queremos después de muertos.
En lugar de ver por fin algo nuevo y estar de una buena vez libres del cuerpo, pretendemos seguir aunque nos ahoguemos, nadando en este océano.