Nunca lo olvidaré, ¿o sí?
Hace poco, me encontré en una situación de esas que te llevan a pensar: nunca olvidaré este momento. Nunca, nunca. Que la naturaleza de la circunstancia tenga un tono positivo o negativo tiene el mismo peso específico a la hora de querer marcarlo a fuego en nuestra memoria, ya sea por el dolor o la angustia sufridos o por la inmensa felicidad o satisfacción vividas. La clave reside en que los hechos sean percibidos como hitos importantes. Afortunadamente, olvidamos.
Puede parecer paradójico pero olvidar favorece el recuerdo, contribuye a la supervivencia, a la felicidad y a la salud mental. En consecuencia, el olvido tiene valor adaptativo. Seamos francos. En el fondo, nadie quiere acordarse de discusiones acaloradas, o de sucesos embarazosos o extremadamente dolorosos. Es sólo que mientras los sufrimos, controlan tanto nuestra vida que creemos que son importantes e indispensables para seguir adelante.
En verdad, es justamente al contrario. Se trata de que tenemos la capacidad de bloquear ciertos recuerdos de la que dependen la seguridad en nosotros mismos y el optimismo.
Por otro lado, si os preguntáramos a cada uno de vosotros, a buen seguro que afirmabais olvidar más de lo que quisierais. ¿Os gustaría saber por qué?
Bien, pues los psicólogos proponen cinco mecanismos para explicar el olvido:
- Decaimiento
También se podría conocer por la Teoría del Sentido Común. Hay que “refrescar la memoria” de vez en cuando para que permanezca aquello que se quiere recordar. Si no se usa, esa información desparecerá. No obstante, esta teoría tiene su efecto más en la memoria a corto plazo.
- Sustitución
A través de este mecanismo, la nueva información que accede a la memoria y borra la ya existente, sustituyéndola.
- Interferencia
Con frecuencia, al intentar recordar datos como nombres de personas, direcciones, claves o códigos postales confundimos unos con otros. Es el resultado de la competición de elementos parecidos de información, con independencia de que se produzca en la codificación o en la recuperación. En la vida diaria, continuamente la información nueva dificulta la recuperación de información previa. Ésta particularidad se conoce como interferencia retroactiva. En paralelo, también se da en dirección contraria: en la interferencia proactiva la información previa se cruza con la habilidad para recuperar un material parecido recién aprendido. Esta intromisión es habitual en el aprendizaje de idiomas. Su efecto es más potente que la anterior y produce más olvido.
- Olvido dependiente de claves
¿Cómo se llamaba aquel actor? Lo tengo en la punta de la lengua…pongo mis neuronas a funcionar y recuerdo una de sus películas. Sí, era Will Smith. He utilizado una pista, una clave de recuerdo para rescatar el nombre. En el caso en el que no dispongamos de ninguna clave a la que recurrir, se producirá un fallo de memoria, un olvido dependiente de claves. Estamos ante el tipo más frecuente de olvido. Por tanto, todas las claves que rodeen un acontecimiento serán las ayudas más útiles para el recuerdo posterior del mismo. Destacan las claves contextuales, como cuando tenemos la sensación desconcertante de haber vivido una situación con anterioridad, de haber tenido un déjà vu.
- Amnesia psicógena debida a la represión
La mente es tremendamente poderosa. Ante acontecimientos muy dolorosos o traumáticos decide declararse incapaz de recordar. Nuestro subconsciente evita intencionadamente su recuperación para favorecer su desvanecimiento. Es cuestión de supervivencia. Por eso, a pesar de sufrir experiencias de alta tensión emocional y personal, podemos continuar viviendo, incluso disfrutando de los pequeños placeres.
Conservamos cierto dominio de nuestros recuerdos, pero no olvidemos lo fácil que resulta olvidar. Sin embargo, consideramos la utilización de ciertas tácticas a la hora de conservar información susceptible de querer ser recordada a lo largo de los años: un diario con las cosas importante del día, grabar los acontecimientos importantes en video, registrar historias de nuestros mayores con ayuda del móvil, etc.
Aunque no es objeto de este artículo, no sería justo obviar los casos más extremos de olvido: la demencia y el Alzheimer. Nos encontramos ante enfermedades neurológicas degenerativas que afectan tanto a las capacidades mentales como a las físicas. Causan un enorme sufrimiento a los familiares-cuidadores que presencian cómo sus seres queridos se olvidan hasta de ellos mismos.