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La memoria y las emociones.

Publicado por Lic. Maria V.

¿Qué relación hay entre la memoria y las emociones? 

El proceso de la memoria está directamente asociado con las respuestas emocionales. Sabemos que recordamos fundamentalmente aquello a lo que hemos prestado atención.

Para que cierta información se fije y pueda ser recordada posteriormente debe pasar inicialmente por el proceso de atención. A veces intentamos recordar aquello que leímos o escuchamos mientras estábamos distraídos, y vemos que es muy difícil sino imposible hacerlo. La capacidad de concentración es esencial para habilitar el proceso de almacenamiento de esa información.

En esta línea podemos pensar que la ansiedad, por ejemplo, puede interferir en el proceso de memoria, porque en esencia, interviene en el proceso de atención. Si estamos pensando muchas cosas a la vez, o nuestra mente se adelanta trayendo constantemente potenciales problemas futuros, difícilmente podamos atender a la información que estamos recibiendo en el momento. Y por lo tanto, difícilmente podamos luego recordarla.

Paralelamente a esto, gran parte de lo que recordamos suele tener una emoción asociada. Aquello que nos causó impacto, angustia, temor o gran disfrute suele quedar grabado de manera más vívida, en relación a información a la cual no se le asocia ninguna emocionalidad en particular.

Esto, como casi todo en la psicología humana, tiene sus excepciones. O más bien en muchos casos no se cumple, por el llamado mecanismo de represión. Como describió Freud hace ya mucho tiempo muchos de los sucesos más traumáticos, aquellos que han tenido una carga emocional intensa, suelen caer bajo represión. Gracias a este mecanismo, y probablemente con el fin de proteger el psiquismo, no los recordamos. Sin embargo, los contenidos reprimidos en gran cantidad de casos siguen produciendo efectos en la vida de la persona en cuestión.

Desde el Psicoanálisis se cree que trabajando a partir del síntoma, se puede llegar a estos contenidos reprimidos, permitiendo así recordar, volverlos conscientes, y desactivar el mecanismo sintomático que generan.

Esto depende mucho del caso por caso y del tipo de síntoma, pero nos brinda un panorama acerca de la Represión y cómo incide en nuestros recuerdos. Para Freud existen también los llamados Recuerdos Encubridores, que son ciertas imágenes o fantasías que vendrían a llenar, como él lo describía, las lagunas de la memoria.

Saliéndonos ahora del Psicoanálisis volvemos a las emociones en relación a la memoria. Notamos frecuentemente cómo el recuerdo está muy asociado a lo sensorial. Ciertos aromas, paisajes, sensaciones táctiles, sonidos, sabores, nos transportan a otros momentos y nos traen un recuerdo particular. Los sentidos nos ayudan a rememorar. A través de ellos se transportan escenas que probablemente han tenido relevancia para nosotros. A veces recordamos lo que nos hizo felices, o nos hizo sentir seguros. Un gesto de amor o cariño, o un recuerdo del placer del juego y la exploración, por ejemplo.

Muchas veces los recuerdos están asociados a sensaciones displacenteras o emociones intensas, como gran angustia o miedo. Cuando las emociones intervienen producen un estado de atención, a veces de alerta, que acentúa la posibilidad de fijar ese contenido.

Si bien, como siempre, esto no es siempre así, podemos evaluar y conocer las múltiples relaciones que existen entre las emociones y la memoria. No solamente en cuanto al almacenamiento de la información sino también en el proceso de recuperación. Ya que el recuerdo tiene la capacidad de reproducir en el presente la emoción que se desarrolló en ese momento del pasado.