Educación en Emociones.
Las emociones son respuestas psicofisiológicas que se manifiestan ante determinados estímulos, que pueden ser endógenos o exógenos. El cuerpo manifiesta determinados efectos y desencadena, a su vez, determinadas conductas asociadas.
Mas allá de conocer las emociones por su nombre, poco nos enseñan desde niños a reconocerlas en nosotros mismos y en otros.
Sin embargo, esta es una habilidad psicológica muy importante porque nos permite estar conectados con lo que nos pasa y así saber actuar en consecuencia.
De la misma forma, la inteligencia emocional es la que nos permite detectar estas emociones fácilmente y tener la capacidad de empatía necesaria para ponerse en el lugar del otro.
La habilidad de entender las emociones es de gran ayuda al momento de tomar decisiones sobre lo que nos pasa. Mucha gente no conoce la forma en que las emociones se manifiestan en el cuerpo o no puede registrar fácilmente si se está sintiendo de una forma y otra.
Poder lograrlo es sumamente importante para concientizar las causas que puedan estar provocándolo, y en caso de ser necesario, implica la posibilidad de transformar algunos modos que reproducimos automáticamente.
Así, la educación en emociones se vuelve una necesidad. No todos manifestamos las mismas emociones del mismo modo y, sobre todo, no todos reaccionamos igual ante los mismos estímulos.
Es por eso, que , más allá de un conocimiento general de las emociones: básicas, secundarias, etc., cuya información está ampliamente disponible en la Web, lo interesante es el trabajo artesanal y particular, que cada uno debe hacer para reconocerlas.
Este trabajo es más sencillo si se realiza en un ámbito terapéutico, porque el terapeuta puede ayudar a distinguir, desde su posición, las emociones del paciente y con que pueden estar asociadas.
Ciertas técnicas de respiración o incluso la meditación, pueden ayudarnos, a su vez, a registrar signos que el cuerpo nos marca respecto a cómo nos sentimos.
La incapacidad para quedarnos quietos, la respiración agitada, el “nudo en la garganta”, la sensación de presión en el pecho, por ejemplo, son indicios de estados de ánimo ansiosos, que podemos registrar si damos el lugar para ello.
Muchas veces seguimos con nuestras actividades aún cuando muchas de estas emociones se están manifestando.
Las emociones son un sistema de comunicación, hacia otros y también hacia nosotros mismos. La emoción nos cuenta algo de nosotros, nos comunica a qué le tenemos miedo, qué nos angustia, qué nos produce gran enojo o indignación, qué nos hace sentir nerviosos… Podemos optar por escuchar estos mensajes, o seguir con nuestra rutina sin reparar en ello.
Sin embargo, todo lo que elegimos ignorar de lo que nuestra psiquis y nuestro cuerpo nos manifiestan, seguirá intentando expresarse por distintas vías.
De modo que, aprender a reconocer nuestras emociones y relacionarlo con aquello que ha podido desencadenarlo es una herramienta sumamente importante incluso para la prevención de problemáticas psicológicas y físicas.
La educación en emociones debería ser una herramienta a implementarse desde niños, en jardines de infantes y escuelas, ya que, adquirida desde etapas iniciales resulta mucho más sencillo incorporar este registro e introspección como un hábito a desplegarse a lo largo de la vida.