Resiliencia: adversidad y transformación.
Resiliencia es un término que se ha divulgado mucho en el último tiempo, y que hace referencia a la capacidad para sobreponerse a traumas o adversidades.
La etimología de la palabra nos remite al término latín resilio, que implica «volver a, volver de un salto, resaltar o rebotar».
Para entender su caracterización podemos concebirlo así: como la capacidad de salir de una experiencia traumática que nos significó gran sufrimiento, utilizando ese impulso, para «saltar», dar un paso, transformar, avanzar.
Es una característica que lleva a la persona que transitó por experiencias difíciles, a capitalizarla a su favor, utilizando ese aprendizaje para superarse y lograr cambios positivos en su vida y en la de otros.
El concepto de Resiliencia ha presentado cambios a lo largo de los años. Y, actualmente, se hace foco en una condición de carácter mayormente comunitario y cultural, que se puede estimular y fomentar. Esto está directamente asociado con la tolerancia a la frustración y la capacidad de reintentar, reaprender, rehacer.
La capacidad de transformar y reinventar está conectada con la creatividad, que, como hemos mencionado anteriormente implica poder hacer algo distinto con lo que tenemos.
Así como a través del arte, podemos reutilizar ciertos materiales, combinarlos y formar algo nuevo, así también, las personas con características resilientes utilizan las circunstancias adversas, y la realidad que se les presenta para buscar nuevas formas de afrontarla, creando posibilidades diferentes.
Si bien hay individuos con un desarrollo espontáneo de estas características, la realidad es que se puede trabajar desde iniciativas terapéuticas tanto individuales como comunitarias para facilitar que estos procesos se desarrollen.
Personas que han vivido episodios de abuso o violencia, o quienes están en situación de marginación social, o aquellos que han sufrido un accidente que les dejó serias consecuencias y limitaciones, o quienes hayan sido víctimas de algún desastre natural, por ejemplo, entre muchas otras, deberían poder contar con un espacio de atención terapéutica que les ayude a tramitar esos acontecimientos con el fin de potenciar sus capacidades resilientes.
Así, en muchos casos, las personas logran superarlos y más aun, generar iniciativas que ayuden a otros que atravesaron situaciones similares.
El concepto de Resiliencia es interesante porque no implica un avanzar olvidando o dejando atrás aquello terrible que aconteció, sino transitándolo. Implica una revisión, un crecimiento que toma la experiencia dolorosa, en lugar de intentar excluirla.
Cuando se habla de este concepto como Comunitario y Cultural, se hace referencia a las posibilidades que se pueden generar desde la sociedad para fomentar estas características psicológicas.
La resiliencia se fomenta si culturalmente creamos espacios creativos y terapéuticos donde aparezca una verdadera posibilidad de salir de situaciones adversas. Debe haber un mensaje que transmita que algo de este orden es factible.
Si socialmente transmitimos discursos que censuran, que coartan y «sellan con un destino» a quienes han sufrido determinadas situaciones, la resiliencia no tiene un verdadero lugar.
Es por esto que es esencial el trabajo que se pueda hacer social y culturalmente, desarrollando los espacios adecuados y observando también qué discursos y mensajes dejamos circular.
La Cultura es creada por los seres humanos, pero a la vez, los productos de la Cultura nos condicionan y, en muchos aspectos, nos determinan. Visibilizarlo nos hace ser más conscientes de la participación que tenemos en las posibilidades propias y las de otros.