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¿Por qué es importante la Curiosidad?

Publicado por Lic. Maria V.

La Curiosidad se desarrolla muy tempranamente en el ser humano, y es un indicio de salud. Es parte de un desarrollo psicológico esperable. Freud concebía al niño como un pequeño investigador, curioso de dilucidar acerca de las diferencias sexuales, y a partir de esto, de investigar acerca de todo lo nuevo o lo que no pudiera entender.

Por esto, la etapa de los «Por Qué» es tan popularmente conocida por los padres y educadores. Los niños desarrollan un apetito de saber, preguntan acerca de todo, quieren conocer el trasfondo de lo que ven y de lo que experimentan.

De cómo se desarrolle esta etapa y que respuesta tenga esa curiosidad inicial dependerá en gran medida el desarrollo del saber en el futuro.

Muchas veces, esta primera experiencia se frustra. Los padres y el entorno no responden a la curiosidad del niño, la coartan, o responden con mentiras o desinterés. Cuando esto ocurre, si es algo sostenido en el tiempo, el niño irá perdiendo gradualmente la motivación por saber e investigar. Creerá que por más esfuerzo que haga, no logrará «saber», y en ese caso dejará de buscarlo.

Muchas dificultades en el plano vocacional y académico se remontan a estos primeros años.

Ahora, ¿Por qué es importante la curiosidad?

La curiosidad es fundamental porque nos impulsa a movernos, tanto en el plano físico como psicológico y espiritual. La motivación que nos impulsa a saber e investigar es la causa de la evolución y el desarrollo del ser humano. Superarse, ampliar los horizontes del conocimiento, son productos de esta curiosidad primera.

La curiosidad es compañera del asombro. Buscar e interesarse por lo nuevo nos permite encontrarnos con lo que no esperábamos.

El asombro es una capacidad innata en los niños saludables. Con el tiempo, muchos adultos, sino la mayoría, lo van perdiendo. Los sucesos se vuelven cada vez más conocidos y por ende, predecibles. Saber o suponer lo que va a pasar cada dia, por la rutina y la repetición de ciertos hábitos, impide que consideremos la posibilidad de que algo distinto pase.

Y esta situación de base impide poder salirnos de la comodidad, pensar en estrategias y posibilidades distintas, simplemente porque nos las conocemos, o no creamos el terreno propicio para que aparezcan.

Conocer culturas distintas y viajar, por ejemplo, nos confronta nuevamente con la capacidad de asombro. Despierta nuestra curiosidad al observar otros lugares, otras costumbres y otros modos de ser. Nos presenta oportunidades distintas, quizás impensadas desde nuestro lugar singular y cotidiano.

La curiosidad es la base de todo crecimiento personal. Es lo que nos puede motivar a conocer el mundo o a indagar en aspectos de nosotros mismos. Es lo que permite que se amplíen nuestras fronteras creativas, y que podamos cambiar el modo de afrontar lo que nos sucede, proponiendo alternativas diferentes.

Si este impulso por saber o conocer está frenado o reprimido, percibiremos un estado de detenimiento, de estancamiento, donde sentimos que no podemos avanzar, no podemos movernos de donde estamos. Hay un trasfondo de desesperanza que impide que nos impulsemos hacia lo novedoso, lo desconocido.

Trabajar desde la creatividad, rompiendo los moldes y las estructuras cotidianas, e indagando los aspectos inconscientes desde una terapia, es que podemos permitir que es impulso curioso se despliegue o retome su rumbo.