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¿Por qué es importante poder expresar gratitud?

Publicado por Lic. Maria V.

Recibimos con frecuencia en este último tiempo mucha información acerca de la gratitud. Las religiones y las disciplinas que incluyen la vertiente espiritual o trascendental suelen insistir mucho con esto. La astrología, el yoga y las terapias holísticas lo remarcan.

A veces se sugieren hábitos o rituales cotidianos cómo agradecer el estar vivos o poder estar en el momento presente.

Ser agradecido es también un mandato de las doctrinas religiosas y suele ser una demanda de madres y padres en la educación.

Decir Gracias acompaña al Por Favor entre las palabras que se enseñan para no ser “maleducados” y a veces durante mucho tiempo nos forzaron a agradecer aunque no podamos conectarnos verdaderamente con ello.

La gratitud, más allá de sus implicancias en lo espiritual y en lo cultural, tiene un efecto psicológico. Y esto es lo que interesa resaltar. Para que esto ocurra no puede hacerse de manera forzada, tiene que experimentarse.

Nos ayuda a aceptar lo que tenemos, a integrar lo que no nos gusta y a trascender los conflictos que se nos suelen presentar en la vida cotidiana. Dar gracias sólo es válido como acto simbólico si nos habilitamos para experimentarlo. Agradecer por agradecer, todas las mañanas como muchas prácticas proponen no tiene un verdadero sentido en tanto puede hacerse «en automático».

La verdadera gratitud no está estimulada en  nuestra sociedad occidental. Decir Gracias se transforma en un modo de «quedar bien» con la otra persona, y proteger una imagen propia. Como sociedad estamos más acostumbrados a pedir que a agradecer.

A personas que no están acostumbradas al contacto con lo espiritual, el dar gracias les puede resultar vacío, o ridículo, incluso signo de vulnerabilidad.

¿Qué simboliza la gratitud realmente? Si lo vemos desde el punto de vista psicológico, dar gracias, es aceptar y valorizar lo que tenemos. El acto en sí mismo nos posiciona en un lugar de revalorización de todo lo que experimentamos, en el pasado y en el presente. Pudiendo destacar aquello que fue o es significativo y que tiene un impacto positivo en nuestras vidas. Esto es en sí mismo un trabajo psicológico complejo y efectivo en tanto nos pone en contacto con partes nuestras y de nuestra experiencia que frecuentemente pasamos inadvertidas.

El pedir, o querer siempre algo más nos ubica en un plano de exigencia y demanda constante. El Psicoanálisis sostiene que el deseo es precisamente este motor que nos hace buscar siempre otra cosa, y que corresponde con un vacío estructural, algo que por más que queramos, nunca vamos a poder llenar. El deseo nos mueve, en relación a lo que falta. La gratitud nos ubica en relación a lo que sí está presente, y nos permite ver las dos caras de la misma moneda.

El acto simbólico de gratitud cumple un importante papel en la aceptación. Es un acto de reconocimiento de las condiciones que nuestra realidad presenta, un hacerse cargo de lo que hay y de lo que hubo, que habilita transformaciones y posibilidades futuras. 

Es una acción valiosa en tanto nos permite corrernos de la negación y la queja, y habilitar una toma de posición respecto a lo que nos pasa. Un punto de partida donde balanceamos lo vivido y metabolizamos lo necesario para poder proyectar a futuro.