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La elección: ¿por qué es tan importante?

Publicado por Lic. Maria V.

¿Qué implica elegir? ¿Qué aspectos moviliza? Y, ¿en dónde radica su importancia?

Elegir es un acto que nos permite avanzar y construir. Es gracias a nuestras elecciones que podemos emprender nuestro camino, crear proyectos y poner el deseo en movimiento.

Sin elección no hay movilidad posible. Cuando está todo, a la vez no hay nada. Si sostenemos todas las opciones sin elegir, no nos movemos, no podemos avanzar.

La elección es difícil porque implica siempre una pérdida. La acción de elegir nos permite separar y distinguir de entre todas esas opciones cuál es la que más nos identifica y «jugarnos» por ella.

Esto simboliza una dimensión de riesgo. Es una apuesta, una acción que nos permite dar un salto, un paso, atravesando la incertidumbre y la falta de certezas sobre esa elección.

Si queremos tener todo controlado, la elección se presenta como un problema. Eligiendo estamos convocando al futuro, y no hay datos certeros sobre eso, no podemos manejarlo.

Alguna cuota de riesgo es necesaria para poder avanzar y la elección se presenta como un acto de afianzamiento en el que optamos por una dirección.

¿Cómo elegimos realmente? ¿Elegimos de manera conciente y voluntaria, o estamos determinados por factores que no manejamos?

Hay elecciones más conscientes y libres que otras. Siempre, en alguna medida estaremos bajo la influencia del inconsciente, al que nunca terminamos de conocer del todo. Sin embargo, cuanto más trabajemos sobre nosotros mismos, más herramientas tendremos para elegir con mayor libertad.

La posibilidad de elección está influenciada por muchos factores, tanto psicológicos como socioeconómicos y culturales. Hay elecciones que se habilitan sólo en ciertos estratos sociales, por ejemplo, y elecciones que son viables en ciertas culturas y no en otras.

La elección entonces tiene mucha relación con la apuesta y con la renuncia, con un arriesgarse a través de una marea incierta y desconocida y asumir una posición.

Sostener todo, no perder nada, es no avanzar. Es quedarse en un estado donde todo es posible, pero a la vez nada sucede. Todo es posible en potencia pero no hay una acción que se emprenda hacia un fin. Todo queda como en suspenso, y por supuesto, la persona también.

Elegir entonces tiene una categoría sumamente importante desde el punto de vista psicológico. Es esencial y se pone en juego cotidianamente. En algunos momentos las elecciones que se nos presentan son más significativas. Elegir una carrera, por ejemplo, implica un gran desafío para los adolescentes. Cuanto más peso tiene la elección en cuanto a sus resultados futuros, más difícil suele ser llevarla a cabo.

Por eso, tenemos que recordar que somos seres en constante cambio y evolución, que una elección que tomemos ahora, no implica que deba indefectiblemente sostenerse «para siempre». Tendremos que evaluar cómo es nuestro trayecto, qué situaciones se nos presentan a medida que las vamos viviendo, cómo nos sentimos, con la opción siempre presente de cambiar o redefinir nuestro camino.

Todas las elecciones se llevan a cabo en un contexto determinado, cuando ese contexto cambia muchas veces lo que pensamos acerca de esa elección puede cambiar. Y tenemos que estar dispuestos para esos movimientos.

Las elecciones que tomamos (o no) hablan mucho de nosotros. Más que lo que decimos o pensamos hacer, somos aquello que efectivamente hacemos.

Elegir permite afianzar la identidad, construir proyectos y poner en juego el propio deseo.