Elección vocacional e independencia.
Esta es una epoca interesante para la autoobservación y la exploración de proyctos y caminos propios. La pandemia nos ofrece, como mencionamos anteriormente, un paréntesis que sirve a la introspección y al replanteo, de decisiones o ideas previas.
Todo lo que creíamos dado, si lo permitimos, pasa por un filtro de revisión, puede deconstruirse y dar lugar a una realidad nueva. Para eso tenemos que poder abordar este tiempo para cuestionar y reflexionar.
La elección vocacional es difícil, está influida por muchos factores, discursos y demandas sociales y familiares. Y se desarrolla en el período adolescente donde se pone en crisis todo lo traído hasta el momento. Por eso, en ese o en cualquier otro momento de la vida es válido replantearse la elección de una vocación.
La pregunta: ¿estoy realmente haciendo lo que deseo?, habría que tenerla siempre cerca, para que seamos capaces de barajar y dar de nuevo en caso de que descubramos que estamos en un camino que no nos representa.
La crisis que estamos transitando es también económica, y la esperanza de la independencia en muchos jóvenes se resquebraja y genera aún más inseguridad.
Sin embargo, transitar el proceso de reflexión y de autoexploración nos conecta con la posibilidad de una elección más auténtica.
La independencia económica es un factor fundamental para todo tipo de independencia. Esto y la elección vocacional están en un círculo de retroalimentación mutua.
Si uno depende económicamente de los padres, la independencia psicológica será más difícil y la elección vocacional puede verse condicionada.
Pero a la vez es necesaria cierta independencia y separación psíquica de los padres, para poder acceder a un trabajo por cuenta propia.
Dicho esto, el proceso de orientación vocacional es fundamental en muchos casos para posibilitar la independencia y la posibilidad de iniciar el camino individual.
El cuestionamiento y la visibilización de discursos y mandatos, como desarrollamos en el artículo anterior, es un buen lugar para empezar, dentro de un contexto terapéutico.
La verdadera independencia es psicológica, en tanto permite habilitar formas distintas de hacer, sentir y pensar a las configuradas en el seno familiar. Mediante este proceso, uno logra, en el mejor de los casos, separar lo que es y pertenece a los padres, de lo propio, permitiendo la construcción de un camino personal.
La elección vocacional puede llevarse a cabo a lo largo de mucho tiempo. Es en el camino, y en el hacer donde muchas veces se descubre el lugar desde el cual uno quiere aportar a la sociedad.
La elección de una carrera o una formación es el punto de partida, a partir del cual podrán evaluarse y registrarse todo tipo de vivencias que confirmarán o no esa elección.
Es fundamental estar dispuesto a cuestionar, a detenerse si hay algo que se está sosteniendo hace tiempo y a poder tomar otra dirección en el caso que sea necesario.
Este es un gran momento para replantearnos: ¿que es lo que realmente me gustaría hacer? A partir de esta pregunta y a modo de investigación acerca de uno mismo, ir haciendo un recorrido, probar, vivenciar lo necesario para poder avanzar.
La independencia, en todas sus facetas, se logra si se puede separar, cuestionar y arriesgarse a experimentar entorno a lo que verdaderamente nos convoca.