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Adolescencia e independencia.

Publicado por Lic. Maria V.

Conocemos la etapa adolescente por ser un período en el que se entra en crisis. Ya desde la pubertad, los cambios hormonales inician el recorrido hacia una nueva instancia desde todo punto de vista.

Las crisis representan un punto de inflexión, son etapas de ruptura, donde algo de la continuidad que de algún modo u otro transcurría hasta ese momento, de repente encuentra transformaciones que requieren de nuevos reconocimientos y adaptación.

Pero la etapa adolescente además de poner en crisis, y cuestionar lo dado hasta el momento, implica un periodo en donde comienza a gestarse la independencia.

Independizarse psicológicamente de los padres no es un asunto sencillo. En primer lugar porque a los padres mismos les cuesta aceptar que ese niño o niña ya no lo es más.

Y, en segundo lugar, porque el adolescente está forjando su propia personalidad: con sus propias emociones, vivencias e ideas; y que, por ser distintas, se separan de las de ellos.

Los padres y madres que conciben a sus hijos e hijas como prolongaciones de sí mismos, experimentarán esta apertura como una gran amenaza. Y muchos trabajos adolescentes se traban por este motivo.

El trabajo adolescente implica la historización, el recorrido a través de la historia familiar y personal, para poder así construir un proyecto propio a futuro.

La independencia implica separarse psicológicamente de los padres, distinguir qué ideas, creencias y proyectos son propios y cuáles son ajenos. Muchas veces sin un trabajo terapéutico esta tarea es muy compleja, porque los hijos introyectan la voz de sus padres desde edades muy tempranas.

Por eso, es preciso metabolizar todo aquello recibido en la crianza, para poder elegir con mayor o menor grado de libertad un recorrido personal. El adolescente baja a sus padres del pedestal en el que estaban ubicados, sale al mundo, se encuentra con pares y relativiza lo que conoce y lo que ha vivido hasta el momento.

La rebeldía es una manera de rivalizar con esa autoridad y conocer «otras formas de ser, hacer y pensar» que lo confrontarán con otras posibles realidades. Esta exploración es muy importante en el trabajo adolescente. La salida al mundo pone en perspectiva la propia historia. Los padres deben sostener, estar presentes, aceptar la exploración y a la vez cuidar y contener.

En los casos donde esta salida al mundo, este desafío y esta separación no se produce podríamos pensar que ese trabajo propio de la adolescencia ha quedado detenido, no iniciado o en suspenso, acarreando con ello sus dificultades.

Constituirse como un ser independiente es un recorrido necesario y saludable que encuentra su punto máximo de intensidad y de expresión en el periodo adolescente, tan caótico como esencial en la experiencia subjetiva. Es un periodo de descubrimiento, de exploración, de rivalidad y de encuentro, de destrucción y de construcción, que, si transcurre saludablemente, habilita y llama al futuro. 

El trabajo adolescente es un trabajo creativo por excelencia. Es el trabajo de deconstrucción y de creación de nuevas pautas; es el recorrido que habilita la elección, la potencialidad y la dimensión de proyecto de un individuo.

Es la etapa donde la verdadera independencia asienta sus bases.