¿Por qué es tan importante la responsabilidad afectiva?
¿A qué nos referimos al hablar de responsabilidad afectiva?
Es un término que se utiliza mucho actualmente para referirse a la responsabilidad necesaria para establecer vínculos saludables. Hace referencia a la toma de conciencia de lo que podemos generar emocionalmente en otras personas, prestando atención a qué decimos, cómo lo decimos, y cuán honestos somos al iniciar y sostener relaciones afectivas o sexoafectivas con otros.
¿Por qué es importante? En este último tiempo el terreno de «conocerse» en el ámbito de pareja fue muy amplio y carente de códigos. La etapa previa, por demás conservadora y plagada de normas sociales y religiosas (donde todo encuentro sexual previo al casamiento era sinónimo de pecado, entre otros) dio paso a una reacción contraria, donde prácticamente todo era válido, de cualquier modo. En el proceso de esta liberación no se tomó en cuenta el efecto que podemos causar en la otra persona y se hizo presente la necesidad de reivindicar una posición de respeto y honestidad.
Empezar a conocer a alguien implica que, en ese momento, ambas personas están atravesando distintos estados emocionales y viviendo esa experiencia desde distintos puntos de vista. Mientras uno puede estar con grandes ilusiones y expectativas, la otra persona puede estar simplemente pretendiendo pasar el rato, sin intenciones de ningún tipo. Por eso, es muy importante sobre todo al recibir un feedback diferente al que estamos sintiendo, poder expresar de la manera más sincera posible lo que nos sucede, respetando al otro también en su sentir.
Este código que se está popularizando actualmente, tan necesario, viene a suplir un gran vacío que ha dejado daños y heridas en quienes los experimentaron. No tener intención de una relación seria, por ejemplo, es algo que se debe comunicar, sobre todo si se observa que la otra persona se está involucrando de manera diferente. Es una responsabilidad que quien no pretende nada más lo comunique y en muchos casos también se aparte.
Del mismo modo, es responsable quien comienza a sentirse más involucrado de transmitir a la otra persona que algo está cambiando en ese vínculo.
Cuanta mayor sea la comunicación y el respeto por las emociones de la otra persona, más fructífero será el vínculo y menores serán los daños. Las relaciones que inician o que son atravesadas por manipulaciones y engaños suelen dejar en la víctima sensaciones de mucha inseguridad en el área relacional, generando, en muchos casos, desconfianza para futuros encuentros.
Todos tenemos una responsabilidad vincular. Debemos ser conscientes de que no podemos aparecer y desaparecer de la vida de alguien como si nada pasara. Al mismo tiempo, es importante y saludable también poner límites si una de las partes no ha entendido el mensaje e invade o continúa insistiendo de manera unilateral.
En todo vínculo, pero más aún en los de pareja, debe haber un común acuerdo, un consentimiento de ese encuentro y de esa comunicación. Somos responsables no solamente de lo que elegimos sino también de lo que podemos generar en otros. Si bien no podemos manejar muchas veces las reacciones o condicionamientos de ese otro, sí podemos atender a nuestras acciones y a cuán respetuosos estamos siendo del otro y su universo emocional.
La responsabilidad afectiva radica en el reconocimiento de la otra persona como un ser digno de ser respetado, valioso, aún cuando su lugar no sea con nosotros. Y viceversa, entender que no podemos manejar lo que el otro siente, poder respetar cuando no es correspondido y seguir el camino por otra parte.
Siempre que el respeto y la responsabilidad estén presentes, los encuentros afectivos o sexoafectivos pueden significar grandes aprendizajes.