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Ambivalencia afectiva: amor y odio a la vez.

Publicado por Lic. Maria V.

¿Qué es la ambivalencia afectiva?

La ambivalencia afectiva implica experimentar sentimientos opuestos hacia el mismo objeto. Freud hablaba de ambivalencia al referirse, fundamentalmente, al amor-odio hacia una figura significativa como es el caso de las figuras parentales. Ciertamente, hay impulsos tanto amorosos como agresivos hacia los progenitores. Cuando esta contradicción se vuelve insoportable se tiende a reprimir uno.

La adolescencia es la etapa vital donde esta ambivalencia se pone más de manifiesto. Hacia los padres y hacia otras figuras y situaciones. En esta etapa transita por crisis emocionales de manera frecuente y esta ambivalencia suele generar angustia y confusión.

La ambivalencia es aquello que genera tensión. El odio y el amor que se hallan dirigidos al mismo lugar y, por lo tanto, se viven como inconciliables.

La definición básica de ambivalencia implica la posibilidad de que algo tenga dos valores distintos u opuestos. Llevado al plano afectivo podemos pensarlo de manera similar, esos dos valores van dirigidos hacia el mismo objeto simultáneamente, es decir, coexistiendo. La contradicción que genera esta situación dual es la que por lo general lleva a reprimir uno de esos valores, con el fin de evitar la tensión.

Según Freud, la moción reprimida cobra dimensiones desproporcionadas, se expande en las sombras. Así, según su pensamiento, quienes muestran externamente gran cordialidad, preocupación por el cuidado del otro, amor intachable, en el fondo encubren una moción agresiva muy fuerte. Quienes se hallan así contenidos pueden experimentar explosiones agresivas muy intensas.

Bleuler es quien originalmente define a la ambivalencia afectiva haciendo hincapié en esta presencia simultánea de sentimientos opuestos, generando sensaciones de atracción y repulsión a la vez.

La ambivalencia está vinculada a la incertidumbre, a la ambigüedad, al conflicto entre sentimientos dirigidos hacia una misma persona u objeto. Es difícil tolerar la ambivalencia. La conciencia tiende a querer elegir en las dicotomías para evitarse esa tensión, ese tironeo que representa la contradicción. Por eso la ambivalencia afectiva genera, en muchos casos, tanta molestia.

¿Qué relación podríamos encontrar entre la ambivalencia y la idealización? La idealización implica, en cierta medida, la represión de la agresividad en función de exaltar las mociones amorosas. Si se pone en juego la idealización es porque lo agresivo frente a ese objeto se vuelve insoportable, debe ser invisibilizado a cualquier costo. Y es así que se suprimen en mayor o menor medida todas aquellas características que puedan despertar esos impulsos. La figura se transforma entonces en intachable, depositaria exclusivamente de admiración, amor y respeto.

Dicho todo esto podemos resumir que el ser humano experimenta emociones complejas, a veces, como en este caso, confusas, caóticas. Se manifiesta una dualidad que no puede ser definida para un lado u otro exclusivamente. La ambivalencia es parte de nuestro mundo emocional y se manifiesta con mayor frecuencia en ciertos momentos vitales o coyunturas significativas.

Los momentos de crisis suelen generar ambivalencia afectiva: la adolescencia es la etapa de manifestación por excelencia, pero también se suele manifestar en el puerperio, y en momentos estresantes o nuevos por los que transite la persona.

Conocer sobre las emociones y los conceptos que nombran lo que podemos experimentar a lo largo de la vida, nos permite comprender mejor lo que nos pasa y nos habilita a trabajar los aspectos que sean necesarios.