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La carencia afectiva y sus efectos.

Publicado por Lic. Maria V.

La carencia afectiva en la infancia es responsable de muchas problemáticas en Salud Mental. Ya hemos mencionado los estudios que confirman que el ser humano al nacer no necesita solamente alimento, abrigo e higiene, sino que requiere de cierta contención afectiva y sostén para poder sobrevivir.

El afecto de la madre, padre y cuidadores le brinda al bebé la seguridad que necesita para poder crecer y desarrollarse. Le permite constituirse psíquicamente; las caricias y los cuidados ayudan a constituir un cuerpo, la noción de cuerpo simbólico y unificado. Cuando hay carencias afectivas marcadas, puede haber fallas en la constitución subjetiva y en el armado de esta integración corporal. Puede presentarse fragmentación corporal, por ejemplo, un fallo en esa construcción que es propiciada por el sostén de un otro.

Pero sin llegar a casos de este orden que se vinculan a los diagnósticos de psicosis, las carencias afectivas condicionan y perjudican en gran medida el desarrollo.

Llevándolo a un plano más sencillo, la confianza, la seguridad, la autoestima, están vinculados a la recepción de afecto de la primera infancia. Un individuo no sabe cómo valorarse a sí mismo si no se le ha demostrado que es querido y que es valorado.

En la primera infancia se conforman muchos patrones que serán aprendidos y reproducidos a lo largo de la vida, y la carencia afectiva tiene un peso muy significativo en la constitución de estos patrones. La posibilidad de confiar en otro, de entregarse a una experiencia amorosa, por ejemplo, están en gran medida influenciados por estas primeras vivencias de amor, en el seno familiar.

La contención afectiva, la demostración de afecto, constituyen un marco de protección y confianza para el niño/niña que está en desarrollo. Son el punto de partida de un recorrido relativamente saludable desde el punto de vista psicológico, teniendo en cuenta que los primeros años de vida son los que de algún modo marcan el terreno.

Esto no significa que la carencia de afecto sí o sí generará una patología. Hay muchos factores que influyen en el desarrollo del ser humano, el niño o niña va desarrollando herramientas propias para contrarrestar las influencias del entorno.

Y no olvidemos que en Psicología las posiciones extremas implican conflicto. El exceso de cuidados, y la sobreprotección también pueden implicar consecuencias problemáticas.

Lo importante a tener en cuenta es el valor que el contacto afectivo tienen en la crianza. No es simplemente una demostración de cariño, es la posibilidad de que ese niño o niña crezca con el marco de contención adecuado para poder desarrollarse saludablemente. 

Las carencias afectivas suelen estar en la base de gran parte de las problemáticas en salud mental, desde casos muy graves hasta cuestiones más puntuales relacionadas con la autoestima, la inseguridad, dificultades en el plano social, laboral y/o académico. La ansiedad y la depresión a menudo también están asociadas a este factor.

La carencia afectiva en la infancia, si no se trabaja desde una terapia, puede perpetuarse a lo largo de la vida, repitiéndose en los distintos vínculos que el sujeto arme. Así, se podrá ver como un efecto del «destino», no encontrar una pareja o amigos que lo quieran verdaderamente, por ejemplo. O sensaciones frecuentes de abandono y desprotección, como también un esfuerzo desmesurado por apegarse a otros.

Dicho esto, es fundamental concientizar y educar en nuevos modos de crianza, basados en el afecto y también en el respeto hacia el hijo o hija. La contención afectiva, compartir tiempo de calidad y límites impartidos desde el amor, son componentes esenciales que incumben directamente a la responsabilidad de madres y padres.