La Soledad y el Aislamiento
Hay muchas personas que no pueden estar solas y anhelan desesperadamente estar en compañía. Son personas que esperan todo de los demás y no se atreven a tomar el control de sus propias vidas.
Ser dueño de si mismo exige responder a los propios requerimientos internos sin expectativas externas, hacerse cargo, asumir la responsabilidad de estar vivo y decirle que si a la vida y no convertirse en una carga para los demás.
Si esas personas pierden al ser querido con el que convivían pueden caer en una depresión y en una experiencia de soledad negativa que significa sentirse aislado y sin posibilidades de conexión alguna.
En estos casos es necesario recurrir a una ayuda terapéutica, porque la depresión puede llevar a esa persona a perder el sentido de la vida y cometer suicidio.
La sensación de aislamiento se puede revertir de a poco, con pequeños cambios positivos, que es probable que en un principio sean rechazados de plano, pero que luego se convertirán en hábitos saludables que se podrán ir incorporando lentamente y que harán posible un cambio en el estilo de vida.
Escuchar música, bailar, ver programas de televisión positivos, seguir alguna serie que sea de interés, interesarse por los amigos o los familiares, salir a caminar todos los días, leer el diario, ir a tomar un café, sentarse en el banco de una plaza para apreciar la naturaleza o leer un libro; o sea aprender a resolver solos el deseo inconsciente de aislamiento y de pérdida de significados.
El aislamiento es un bloqueo emocional que representa el miedo a la intimidad y se puede revertir aprendiendo a conectarnos positivamente.
Existen algunas causas generadoras de sentimientos de soledad negativa o aislamiento.
Por ejemplo, la personalidad esquizoide que es el observador, el que permanece generalmente callado, que no interviene en las conversaciones ni en los debates, que sólo escucha, que parece carecer de emociones y no se conecta.
Los tímidos tienen miedo al rechazo, a ser criticados, a sentirse inadecuados, por esta razón pueden aislarse y quedarse solos.
Las personas individualistas se pueden aislar porque son omnipotentes, exigentes y perfeccionistas, no toleran a los demás y se van desconectando sin darse cuenta, porque obviamente nadie es perfecto.
También aquellos que han perdido la confianza en la gente porque han sido engañados, estafados o heridos.
Es necesario descubrir lo bueno del otro, darle una oportunidad, encontrarle la faceta oculta que permita ver su lado positivo, aprender a escucharlo, darle importancia, interesarse en él preguntándole por sus cosas.
El optimismo es un factor aglutinante porque la gente se siente atraída por la gente positiva, entusiasta, que hace las cosas con pasión, que es efusiva y que piensa que mañana siempre será mejor que hoy.
Los momentos de soledad positiva son necesarios, para poder reflexionar, aprender a ser creativo, elaborar ideas o proyectar cosas, o simplemente hablar con uno mismo poniendo en palabras lo que nos molesta, que es la mejor manera de curarse todos los males; o estar en silencio con uno mismo sin criticarse o evaluarse, aceptándose y proponiéndose ser cada día mejor.
Las personas que sufren aislamiento están expuestas a enfermedades porque su sistema inmunológico también se deprime y pueden desear la muerte.
Para comenzar a conectarse, es necesario elegir la compañía, evitando gente negativa que se deleita en hablar de enfermedades, médicos y tratamientos o que viven criticando a los demás, mientras sus vidas permanecen vacías de contenido y sin espacio para el verdadero encuentro con otro.
Hacer ejercicio físico todos los días al levantarse, es una forma de recuperar la alegría de vivir, eligiendo una rutina de quince minutos para mover el cuerpo y mantenerlo sano y activo. Porque el movimiento nos llena de energía y nos prepara para enfrentar el día con optimismo.