¿Cómo reconocer el abuso psicológico?
Durante mucho tiempo este tipo de abuso, más oculto que el abuso físico manifiesto, ha podido escurrirse y trascender a través de las generaciones sin ser reconocido. Sus efectos, sin embargo, dejan huellas que pueden ser igual de fuertes a las del abuso físico o sexual, y además, tienen la característica de que, como suelen no ser concientizados, pueden seguir reproduciéndose en el seno de una familia a través de los años.
El abuso psicológico es todo tipo de maltrato, manipulación, invasión, exposición, humillación, desatención, ejercido por parte de una persona o grupo hacia otra u otras. Son conductas que favorecen el miedo, la vergüenza y el sentimiento de culpa de aquel quien lo padece.
Avasallar a otro/a, no permitirle expresarse, despreciar sus opiniones y conductas, es una forma de abuso. Ignorarlo/a, invalidar sus emociones, exigirle constantemente, también lo es.
Abuso es todo aquello que atenta contra la individualidad de una persona. Y en esto entra la violación del espacio personal, el no respeto por su privacidad ni por limites verbales o físicos que el individuo imponga, y la no consideración de su momento vital y de sus emociones.
El sujeto que constantemente ejerce este tipo de violencia, ya que por lo general ocurre de manera sucesiva, puede excusarse con que lo hace por: acelerado/a, exigente, bromista (el muy popular «es un chiste»), nervioso/a, ansioso/a, o como es más frecuente, ni siquiera se excusa en sus propias razones sino que considera que es el otro/a el que provoca en él/ella este tipo de conductas.
Por lo general, quien ejerce el abuso psicológico ha sido víctima de abuso en otro contexto. Esto es muy frecuente en casos de Bullying, por ejemplo, donde generalmente el niño o niña que ejerce el abuso escolar padece de algún tipo de abuso en el seno intrafamiliar.
Y en el caso de lo/as niño/as, podemos profundizar aún más. El abuso psicológico en niños y niñas, implica no considerarlos como tales, no respetar sus tiempos, no valorar sus logros, no cuidarlos en función de lo que verdaderamente necesitan.
Es abuso psicológico atentar contra su privacidad, invadir sus espacios, manipularlos infundiendo celos o competencia entre padres o hermanos, tratarlos como adultos, hablándoles de asuntos que no les corresponde escuchar, entre muchas otras.
Es abuso psicológico evadirse de las responsabilidades parentales, delegarlas en cuidadores o aparatos tecnológicos, no dedicarles tiempo ni cariño.
Es abuso también no poner límites, permitir todo, que a la vez es no permitir que suceda nada. No hay elección ni camino posible si todo es válido. Aquí el padre o madre está evadiéndose de una responsabilidad fundamental que es la de acompañar y guiar a su hijo/a, contener, marcarle el camino. El abuso está en que con su evasión o negligencia están perjudicando el desarrollo infantil adecuado.
Como verán, el abuso psicológico es sumamente amplio, visibilizándolo lograremos reconocerlo, desnaturalizarlo, para entender las consecuencias que estos tipos de vínculos pueden acarrear en un individuo.
Padecer este tipo de abuso a lo largo del tiempo produce gran inseguridad, y deterioro de la autoestima. Y en muchos casos genera un efecto en cadena, donde aquel que lo ha padecido termina reproduciéndolo en alguien más. Si esto no se deconstruye se transforma en un patrón que puede sobrevivir muchas generaciones sin ser siquiera reconocido como abuso.
El abuso psicológico no es solamente gritar e insultar al otro/a. Implica todo un espectro de profundas transgresiones y embates contra la individualidad, la independencia, la autoestima y el desarrollo global de una persona. Visibilizarlo nos ayudará a deconstruirlo y a cambiar patrones que aún se hallan muy afianzados en nuestra sociedad.