El Tiempo Psicológico
Cuanto más parece durar el tiempo más afligidos psicológicamente nos sentimos, porque el tiempo subjetivo depende del estado mental.
Para las personas con depresión o falta de control de impulsos, el tiempo parece transcurrir más despacio.
Según cómo se vive psicológicamente el tiempo puede indicar signos de determinadas patologías mentales.
Las personas impulsivas no pueden postergar una acción porque necesitan satisfacción inmediata y tienen muy poca percepción del futuro.
Las investigaciones realizadas indican que los pacientes que sufren de esquizofrenia no pueden distinguir entre espacios de tiempo reducidos, cuál es la duración más larga o la más corta.
La percepción del tiempo es influenciada por las experiencias cotidianas y por los estados emocionales. Este es un proceso que incluye la memoria a corto plazo, la memoria a largo plazo y otra memoria que se relaciona con la toma de decisiones que evalúa la duración.
La duración subjetiva del tiempo aumenta cuanto mayor es la atención que prestamos al tiempo y refleja el estado cognitivo y el bienestar o malestar psicológico de una persona.
Para las personas que sufren gran ansiedad, el tiempo parece transcurrir más lento y cuando se pierde el sentido de la vida, el vacío existencial hace que el pensamiento se centre en el tiempo, y éste parece pasar más lento.
Cuando estamos aburridos el tiempo parece transcurrir más despacio. Aunque el tiempo cronológico es siempre igual, sin embargo nuestra conciencia del tiempo varía según nuestro estado de ánimo.
La experiencia temporal tiene tres dimensiones: el tiempo presente, la estimación de la duración de un acontecimiento y la conciencia del tiempo, que es la impresión subjetiva.
La estimación de la duración del tiempo y la conciencia del tiempo se relacionan. La estimación puede ser mayor si nos aburrimos y según nuestro humor nuestra conciencia del tiempo puede variar porque ante el tedio nos centramos más en el presente.
Cuando los procesos cognitivos están alterados se hace difícil enfrentar la vida cotidiana.
Las personas impulsivas se preocupan por el momento presente y no pueden proyectarse en el futuro.
Los adictos por ejemplo, tienen una perspectiva limitada del tiempo y no pueden fijarse objetivos porque tienen menos capacidad de anticipar el futuro y sólo viven el momento presente.
Los que actúan en forma audaz y arriesgan sus vidas tienen dificultades para anticipar las consecuencias de sus actos.
El horizonte temporal limitado del sujeto impulsivo que carece de control y se centra en el presente, ayuda a comprender patologías psiquiátricas como la hiperactividad, el déficit de atención, algunas disfunciones cerebrales como los síndromes frontales, el trastorno “borderline”, o la toxicomanía.
Un sujeto que solamente vive el presente y no tiene en cuenta el futuro es probable que sea impulsivo y que se sienta atraído por el juego, las relaciones sexuales peligrosas, el comportamiento audaz, el consumo de drogas o alcohol.
Las personas en general, para poder conseguir resultados futuros, con frecuencia tienen que renunciar a las gratificaciones inmediatas.
Aunque tampoco es saludable vivir en función del futuro porque el presente es lo único real y tenemos que aprovechar los buenos momentos, es necesario no perder de vista la perspectiva del futuro y prever las consecuencias de nuestras acciones.
Ante las dificultades que tienen las personas impulsivas para proyectarse en el futuro, los terapeutas les proponen objetivos a corto plazo, más adecuado a su horizonte temporal limitado.
Los investigadores en este campo consideran que es posible que exista un reloj central biológico en la corteza frontal y en los ganglios basales que desempeña una función importante en la percepción del tiempo.
Sin embargo, aún no se ha localizado en el cerebro un sistema específico que mida el tiempo.
Fuente: “Mente y Cerebro”; No.51/2911; “El tiempo en los trastornos mentales”; Marc Wittmann, investigador del Instituto para áreas de frontera en Psicología y Salud Mental de Friburgo, Alemania.