Niños abusados sexualmente
Nuevamente la opinión pública en Buenos Aires logra ser conmovida por la noticia que desenmascaró a un abusador de menores en un Jardín de Infantes.
La perversión sexual o parafilia es una enfermedad que se relaciona con la conducta sexual, en la que el objeto de atracción, o la forma de llegar a satisfacerse sexualmente no son los que se esperan o los que se consideran habituales y normales en una cultura.
Es un trastorno del comportamiento que se manifiesta como una inclinación sexual perversa, como por ejemplo: el masoquismo, o sea disfrutar del castigo; el sadismo, que es sentir placer en causar dolor físico; el fetichismo, que consiste en satisfacerse sexualmente con objetos, como zapatos o prendas íntimas; el exhibicionismo, mediante la exhibición del cuerpo o los genitales; y la pedofilia que incluye la participación de menores en la práctica sexual de los adultos, considerada un delito.
Entre adultos, puede haber acuerdo previo para realizar estas prácticas, pero cuando la intención se extiende a los niños, que no están preparados para experimentar alta excitación sexual con un adulto, este es un hecho que puede afectar seriamente su desarrollo psicosexual.
Algunas personas tienen mayor predisposición a sufrir de este trastorno que depende en gran parte de la personalidad y de las experiencias sexuales traumáticas sufridas en la infancia.
Los abusadores adultos fueron también abusados siendo niños, muchas veces en forma reiterada y durante muchos años, por familiares directos o educadores, en la mayoría de los casos.
Este es un trastorno que predomina más en los hombres que en las mujeres y que puede tener una base biológica.
Algunos estudios coinciden en afirmar que alrededor del 27% de los pacientes que sufren de esta patología, muestran una alteración neurológica; y que a un 54% se le han detectado trastornos de personalidad, mientras el 4% registra anormalidades en su electroencefalograma.
Las personalidades impulsivas, por ejemplo, pueden tener conductas sexuales sádicas y las personalidades dependientes y sumisas un comportamiento sexual masoquista.
Aunque estos trastornos se pueden tratar, las personas que tienen esta tendencia vuelven a reiterar este patrón de comportamiento cuando se les presenta la oportunidad.
Los pedófilos, por lo general, se dedican a actividades laborales que impliquen relación con niños de corta edad; como la docencia en todas sus áreas.
Los niños se encariñan con sus maestros hasta que sus expresiones de afecto se hacen cada vez más atrevidas e íntimas a las cuales no saben como responder pero que los convence de que ha sido una situación provocada por ellos.
Estos hechos son más comunes de los que nadie se puede imaginar; incluso en el hogar hay familiares que sufren de este trastorno y someten habitualmente a los niños.
Los padres de los niños abusados no prestan atención a sus quejas relacionadas con los manoseos de los adultos, los que consideran una respuesta lógica a la necesidad de los niños de jugar.
De esa manera los niños aprenden a no decir nada por temor a ser castigados.
Estos niños crecen temiendo ser descubiertos haciendo algo malo y no se permiten en su vida nada bueno, porque en el fondo sienten que son diferentes, que no valen nada y que nada se merecen.
Bloquean de tal manera esas experiencias en el fondo del inconsciente que ni siquiera hablan de ellas con sus terapeutas.
Un niño que se aisla, que no juega en los recreos y que no socializa con otros niños, puede estar ocultando ese drama que hoy en día es cada vez más común y que en lugar de hacerlos sentir víctimas los hace sentir culpables.