La feminidad
En 1933 Sigmund Freud aborda este tema, que como se ve, es tardío en su Obra. No es casual. Digo, él mismo ha definido a la mujer como un “continente oscuro”…así que no extraña que se haya tomado su tiempo para plasmar en ese texto, que fue una conferencia, su trabajo sobre esta temática…
Esta conferencia, dice Freud, la presenta como una verificación clínica, al “detalle”, con hechos observables. Casi sin especulaciones teóricas.
Si en todas las épocas hubo meditaciones, cavilaciones y especulaciones sobre el tema de la feminidad, Freud no podría quedar en la excepción.
Ubica en esta conferencia, en principio a la mujer como un enigma. Y abre las aguas: la ciencia considera que anatómicamente alguien es hombre o mujer en tanto sus órganos tengan funciones específicas: así tenemos los productos masculinos, los espermatozoides; y por otro lado, los productos femeninos, los óvulos.
Luego, la ciencia misma nos ha pretendido demostrar que existe una bisexualidad, y hay una preeminencia de unos caracteres sobre otros, que determinan así la sexualidad.
Freud concluye que la anatomía desconoce, a fin de cuentas, qué es lo que hace a alguien hombre o mujer…. y se pregunta si podrá la psicología calzarse ese sayo…
Lo cierto es que también lo femenino y lo masculino se ha aplicado al campo de lo anímico, en términos de maneras de comportarse ante determinadas situaciones. Así, lo masculino y lo femenino se asocian a lo activo y lo pasivo respectivamente. Así, queda reducido, en el terreno de la psicología, el carácter masculino como lo agresivo, lo activo. Una teoría que cae instantáneamente cuando nos remitimos a los ejemplos que nos da la etología por ejemplo con las arañas, especie en la que las hembras son más agresivas que los machos.
Asimismo, Freud nos conduce al campo de lo humano para desterrar esa teoría, remarcando el carácter activo de las mujeres, y el carácter pasivo de muchos hombres…
Bien, tampoco la psicología puede resolver “el enigma de la feminidad”. Y propone aquí Freud que esto tendrá que ser resuelto por otro lado.
De este modo introduce al psicoanálisis, cuya particularidad depende de no querer definir qué es una mujer, sino que de esta disciplina dependerá la investigación que pueda hacerse sobre cómo puede surgir “la mujer” a partir de esa disposición bisexual infantil.´
Dirá entonces que si se quiere abordar cómo evoluciona la sexualidad femenina, se remitirá a una dificultad extra en relación a lo que sucede en el varoncito. Y esto porque lo que transforma a la niña en mujer “normal”, dice Freud, abarca dos tareas más.
Resumiendo, las fases más primitivas de la evolución sexual es común a ambos, niña y niño. Pero en lo que llamamos “etapa fálica”, como ya hemos anunciado en otro post con la relectura lacaniana, se trata de que hay un solo órgano: el masculino.´
Así, la mujerecita termina siendo un varoncito:lo que hace el niño con su pene, lo termina haciendo ella con su clítoris. Por eso decimos que no hay representación de la vagina en el inconsciente.
Decimos entonces que en esta etapa en la niña el clítoris es su zona erógena fundamental.
Lo que dice Freud es que en la evolución sexual debe haber una cesión de esta satisfacción en detrimento de otra. Esta sería la primer tarea en este camino hacia la feminidad.. Cambiar de zona erógena.
La segunda tarea, dice Freud, será la de cambiar de objeto de amor. Ya no será la madre (como ocurre en el niño y la niña) sino al padre.
Y “lo normal”, la salida normal del Edipo para Freud en la mujer, será que en ese curso evolutivo que plantea, ese objeto de amor sea reemplazado por otro, el de otro hombre.
Ahora bien, hay ejemplos de sobra para decir que hay muchas mujeres que quedan “pegadas” a ese amor paterno, que las termina dejando solteras…