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Hacia la feminidad

Publicado por Betina Ganim

la patrona

Ante la visión de la zona genital del niño, la niña reacciona de una manera muy diferente a como lo hace el niño. Esto es interesante en relación a la idea que se va armando Freud respecto del desarrollo sexual entre ellos y ellas. Como les he transmitido, en un principio Freud más bien consideraba una analogía entre ambos desarrollos.

Pero en este ensayo que vengo trabajando en este blog (los remito a posts anteriores) es aquí donde vemos la diferencia; en tanto la posición que adopta el niño y la niña respecto de lo mismo: la visión de la zona genital del otro sexo.

En la niña, algo definitorio ocurre: descubre que no lo tiene y quiere poseerlo! Lo vio y no lo desmiente, lo asume como propio y de eso surge lo que Freud llama «complejo de masculinidad». Esto tiene que en algún momento superarse, ya que podría acarrear múltiples dificultades en el desarrollo de su «feminidad».

Este complejo encierra la esperanza de que algún día podrá tenerlo, y ser igual al hombre. Esto es algo que puede mantenerse durante toda la vida…

Pero puede ocurrir que también se de una «desmentida»: rehusar el hecho de la castración. Sentirse un varón y actuar en consecuencia. Se trata de las consecuencias psíquicas de las que Freud nos habla en el título de este ensayo.

Si se admite la castración, lo que queda, dice Freud, es una herida narcicística que se manifiesta en un «sentimiento de inferioridad», compartiendo de algún modo la misma sensación que el varoncito respecto de ella: menosprecio por esa zona mutilada de su cuerpo… Es ahí, dice Freud que se pone al mismo nivel que el hombre.

Bien, de todo esto Freud desprende una hipótesis acerca de los celos: esa envidia del pene se desplaza y supervive en los celos. Claro, dice Freud, que no solo las mujeres son celosas, pero cree que tiene un papel más importante en la vida psíquica de ellas, en tanto tiene como fuente esa envidia del pene, aunque desplazada.

Como tercer efecto de esta diferencia anatómica, de la que se desprende en la niña la envidia del pene, tenemos la relación desgastada con la madre. Ese vinculo tierno que tenía la niña con la madre en un primer momento, a partir de este descubrimiento, ese vínculo empieza a ser más hostil. La madre parece ser responsabilizada, por la niña, de haberla traído al mundo carente de algo, en falta, ¿de qué? ¡La trajo a este mundo sin pene!

Otra consecuencia que Freud nos transmite es la masturbación clitorideana. Una práctica, la del onanismo, que al decir de Freud es más bien soportada por los hombres que por las mujeres. La masturbación clitorideana parece más bien ser algo masculino, por lo que para acceder a la feminidad será necesario, consideraba Freud, abandonar esta práctica. Es también notable que frente a tal envidia del pene, puede suceder una restricción total de esa práctica sin necesidad de venir de los otros, sino que parece más bien ser una represión que le permita eliminar en la pubertad esa práctica masculina para dejar sitio a la feminidad.

FUENTE: FREUD, S. «Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos»