Sexo Oral
Existe en todo ser humano la necesidad de ser igual a los demás pero también la de poder diferenciarse.
Esta condición se agudiza en la adolescencia cuando esta urgencia es mayor, por la inseguridad que sienten los que transitan esa franja ambigua y difusa entre la niñez y la mayoría de edad.
La libertad sexual añade un componente más de exigencias aunque la mayoría no esté preparada para enfrentarla e intenta evitar el fracaso de cualquier modo, aún en contra de los propios deseos o intereses.
Peor que decepcionar a los demás es decepcionarse a uno mismo y perderse el respeto; de manera que es mucho mejor mostrarse como uno es y más aún en una situación de intimidad.
Las mejores parejas son las que dialogan y se tienen confianza, aquellas que pueden hablar de cualquier tema por urticante que sea y que no necesiten sobrenombres para referirse a cualquier parte del cuerpo.
El que se aferra a una pareja con uñas y dientes la perderá y el que está dispuesto a perderla la mantendrá, porque involucrarse hasta el punto de terminar alienado en el otro provoca la pérdida de la identidad y el encanto de ser único y distinto.
El acto sexual es una entrega mutua y representa la oportunidad de expresar íntimamente el afecto.
Esta función existe y es placentera para favorecer que los seres humanos se reproduzcan y además tengan la oportunidad de expresar su mutuo amor en forma íntima.
Las circunstancias en el mundo obligan a planificar la familia y eso no significa que la atracción sexual disminuya ni termine después de tener el segundo o tercer hijo, sino que las relaciones sexuales pueden continuar como la expresión del amor toda la vida, siendo igualmente satisfactorias.
El ingreso del SIDA al escenario de las enfermedades de transmisión sexual, obligó a muchos a modificar su comportamiento sexual, obteniendo satisfacción por medio del sexo oral.
Cabe destacar que no es una fórmula que garantice del todo evitar el contagio, porque muchos creen que sí los preserva y se sienten más seguros practicándolo.
El sexo oral forma parte de la gran batería existente de juegos sexuales y no está mal ni bien, ni margina a quienes no lo practican, sin embargo, muchas mujeres creen que es su obligación, aunque les repugne.
La actividad sexual no tiene por qué ser igual para todas las parejas, porque cada una se sentirá inclinada a determinadas prácticas y no a otras, que harán que esa pareja sea única y distinta.
No existen fórmulas infalibles para funcionar en pareja, ni promedios ni porcentajes ideales de actos sexuales necesarios para pertenecer a la categoría de personas sexualmente activas; porque cada pareja es diferente y no tienen necesidad de parecerse a nadie para hacer el amor como mejor les place.
Las personas tienen que tener la suficiente libertad como para atreverse a pedirle a su pareja lo que le gusta durante el acto sexual; pero si ésta no comparte ese placer, tiene que tener firmeza para negarse a hacerlo. Porque todo lo que aceptamos hacer que está en contra de nuestros deseos o ideas, vuelve en algún otro momento de alguna forma, ya sea a reclamar resarcimiento o peor aún convertirse en resentimiento.
Alegrémonos de ser distintos, porque será un indicio de que estamos madurando en ese aspecto.
Tampoco es inevitable tener sexo ocasional con cualquiera para demostrar ser modernos o sentirse liberado, porque la libertad personal exige responsabilidad, o sea ser capaz de hacerse cargo de las consecuencias de los actos.
Para la mujer, practicar el sexo oral generalmente la obliga a ponerse de rodillas. Esa postura representa simbólicamente sometimiento y sumisión; y puede ser vivido por quien no lo disfruta como una humillación.
Aunque creamos que esto no tiene el mismo significado para todos, estamos en un error, porque el hombre es un animal simbólico y los símbolos arquetípicos están en todos y cada uno de nosotros.