Anuptafobia o miedo a la soltería
Nos han bombardeado con la idea de que hay que tener pareja y casarse en la treintena, a lo más tardar. Algunas personas se obsesionan porque si, llegados a determinada edad, siguen solteros, automáticamente se sienten unos fracasados o bichos raros. Y aún se puede ir más allá y padecer fobia a la soltería.
Conocida como anuptafobia, es más frecuente en mujeres que no quieren sentir el estigma de ser conocidas como las «solteronas» del grupo. En realidad, ni siquiera es necesario que existe un deseo real por contraer matrimonio sino un temor a quedarse solo. Esta línea de pensamiento es influida por factores de tipo cultural y social, sobre todo del entorno próximo (amistades, familiares). También influyen la educación recibida y el nivel de satisfacción personal con la vida y el grado de desarrollo personal individual.
Por otro lado, el instinto maternal o el tiempo que juega en contra de las mujeres en ese sentido puede agudizar la sensación de querer encontrar pareja a toda costa para hacer realidad el proyecto de la maternidad en pareja.
No estamos negando el hecho de que desear tener pareja entre dentro de la normalidad, sino que cuando ese deseo se torna patológico es señal de que este anhelo supera la posibilidad de disfrutar de cualquier relación espontánea. Además, estar personas dedican gran parte de su tiempo a buscar técnicas y recursos y a planificar cómo conseguir el objetivo.
A continuación, presentaremos algunos comportamientos que pueden indicarnos ser síntomas de anuptafobia.
Querer contentar a la otra persona continuamente llegando a provocar en la otra persona la sensación de que está en deuda con nosotros de alguna manera.
Manifestarse como alguien autárquico, que no tiene debilidades y sumamente independiente. Mostrar las inseguridades y flaquezas suele conllevar un conocimiento propio y la creación un vínculo con los demás que nos apoyan en momentos adversos.
Cuando al conseguir pareja nos sentimos como cuando ganamos un trofeo, entonces estamos iniciando una relación fuera de un plano honesto. Asimismo, si consentimos todos los comportamientos a la otra persona para evitar que se aleje de nosotros y asegurar su permanencia a nuestro lado, te conviertes en un ser manejado al antojo de otro. Es preciso fijar unos límites a partir de los cuales nos sentiríamos dañados y respetarlos por ambas partes.
Si tu bienestar depende de la pareja, entonces lo más probable es que nunca sea suficiente. Cuando la búsqueda de la felicidad depende de elementos externos, el camino para alcanzarla se complica.
No asumir y gestionar la soledad es una condición que nos impide relacionarnos con normalidad. Disfruta del placer de estar contigo mismo, de mimarte, de cuidarte. Ésto producirá un efecto mágico de apertura hacia los demás y viceversa. Es frecuente tener la creencia de que estando acompañado, nunca estaremos (nos sentiremos) solos. Pero no ha peor soledad que aquella que aparece cuando estamos rodeados de gente.
La autoestima, pues, vuelve a ser un factor determinante. Por tanto, cuidarla y realizar actividades que nos conduzcan a mejorarla serán incluidas en el tratamiento.