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Miedo a la soledad.

Publicado por Lic. Maria V.

El miedo a estar solos, según Erich Fromm, es efecto de la noción de Separatidad que alcanza el Ser Humano.

Según este autor, la necesidad mas profunda de éste es la de superar su separatidad, la idea de que es un individuo separado del resto.

Como ya sabemos, el Ser humano es el único ser viviente que tiene conciencia de su existencia y que puede pensarse a si mismo. Conjuntamente con esta ideas, es consciente de la finitud de su vida.

Este conocimiento implica la difícil odisea de poder vivir aun sabiendo que nos vamos a morir, y aun no pudiendo controlar cuando eso ocurrirá.

De la misma manera, el ser humano vive, en el mejor de los casos, habiendo alcanzado la noción de Alteridad. Esto significa, que ha pasado por un periodo en el desarrollo en el que se reconoce como un ser separado de su madre, y, por ende, le permite la construcción del otro como Altero, es decir, distinto de sí mismo.

Este logro es saludable desde el punto de vista de la constitución subjetiva y necesario para la construcción del yo, y la noción de Mismidad.

Sin embargo, es, según Fromm, difícil de sobrellevar. Saberse un ser separado de otros nos enfrenta a un terrible temor, porque implica que podemos quedarnos solos, aislados y abandonados, y esto nos traslada a una posición de suma vulnerabilidad.

El fracaso absoluto en esta intención de superar la Separatidad, sería la locura. El temor al aislamiento total sólo se vence en la locura a costa del desvanecimiento del mundo exterior. Este mundo del cual el ser humano está separado, en este caso, desaparece.

En la sociedad occidental, la forma de resolver este aislamiento es mediante la pertenencia. La unión que salve al individuo del aislamiento. Para esto, es esencial la Conformidad.

Los individuos participan mucho más de esta conformidad de lo que creen, y la necesidad de individualidad se satisface en relación a diferencias menores, como afiliaciones políticas o hinchadas de distintos equipos deportivos, cuando en lo que subyace hay una clara tendencia a la unión y a la necesidad de establecer la Igualdad, la homogeneidad.

Aun cuando la igualdad se pregona como condición de Identidad , según este autor, forma parte del movimiento hacia la eliminación de las diferencias, que es análogo a la necesidad de la estandarización del ser humano.

El establecimiento de la unión por medio de  la Conformidad es, según Fromm apacible y lenta, de modo que es insuficiente frente a la angustia del peligro de separatidad. Así, el alcoholismo, la adicciones en general, la sexualidad compulsiva y el suicidio serían síntomas de un fracaso relativo de la conformidad de tipo rebaño.

La rutina es otra forma de homogeneizar: las ocho horas laborales, los modos con los que se debería ocupar el tiempo de ocio, los sentimientos están incluso prescritos: ser alegre, tolerante, ambicioso, responsable y llevarse bien con todos, es en una empresa el valor por excelencia. Las rutinas nos agrupan a modo rebaño y esto nos hace olvidar que somos individuos separados y destinados a la finitud.

El miedo a la soledad proviene sin duda de los primeros momentos de vida, donde el ser humano, a diferencia de muchos otros seres vivos, no puede valerse por sí mismo desde el comienzo, necesita del cuidado y la protección de otro para sobrevivir.

De aquí en más, saberse solo y sin ningún tipo de lazo social se experimenta con gran angustia. Por esto, las intenciones de superar dicha separatidad son múltiples.

La solución plena para esta cuestión estaría, para este autor, en la unión interpersonal presente en el amor.

La unión por medio del amor; a diferencia de la unión simbiótica, que implica una fusión en la que son dos pero a la vez, uno, y se necesitan mutuamente; se caracteriza por ser una unión que preserva la propia integridad, la propia individualidad.

Así, y solo así, se logra superar la angustia de separatidad, sin perder la singularidad.