El Complejo de Edipo y el Crimen
Días atrás nos sorprendió la noticia relacionada con el grave ataque que sufrió una joven por parte de una amiga, por motivos pasionales, dejándola en estado de coma irreversible.
Aparentemente, este violento desenlace se debió a que la víctima habría mostrado al novio de su atacante, un video en el que ella aparecía en circunstancias comprometedoras.
Una vez más se confirma la regla de los forenses que sostiene que los crímenes los cometen en general personas cercanas a la víctima.
Seguramente jamás nos enteraremos de los detalles precisos de la verdadera trama que dio lugar a esta tragedia, pero se puede conjeturar y aventurarse a arriesgar alguna hipótesis, a la luz de la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud.
El hecho de que existiera una amistad entre ellas es muy significativo desde este encuadre teórico, si lo relacionamos con el complejo de Edipo.
El Complejo de Edipo se refiere a los sentimientos naturales que tienen los niños, de hostilidad hacia el progenitor del mismo sexo y de atracción hacia el de distinto sexo, en la etapa del desarrollo psicosexual, que se extiende desde los tres a los cinco años.
Este Complejo vuelve a reiterarse en la adolescencia y se desarrolla normalmente cuando las personas logran identificarse con el progenitor del mismo sexo para poder tener al otro que es de distinto sexo, pero renunciar a él o ella aceptando que es de su pareja, y siendo capaz de cambiar de objeto sexual por otra pareja heterosexual no incestuosa.
Freud aceptaba que para el hombre la resolución normal del complejo de Edipo es más fácil que para la mujer, porque la mujer tiene que cambiar de objeto amoroso, o sea la madre, que resulta más significativa para los hijos que el padre, debido a que no solo los amamanta sino que la atención que reciben de ella es mucho mayor, en tanto que para el varón su objeto amoroso será otra mujer, como la madre.
Cuando dos mujeres son muy amigas, se puede recrear la relación que tenían con su madre, de modo que pueden llegar a identificarse mutuamente.
Esto se puede comprobar en la vida diaria entre dos amigas. Una se quiere parecer a la otra, vestirse igual, hacer lo mismo y tener lo que tiene la otra, incluso cuando una de las dos tiene una pareja.
El hecho de interferir en la relación de pareja de su amiga puede reflejar el deseo de tener al novio de su amiga, mostrando un Complejo de Edipo sin resolver, ya que es evidente que no pudo cambiar de objeto amoroso fuera del vínculo entre ellas.
Tener al novio de la otra significa fantasear la idea de tenerla a ella a través de su pareja, reflejando tendencias homosexuales latentes, que es la consecuencia de la falta de elaboración del Complejo de Edipo.
Siguiendo dentro de este encuadre teórico, los celos reflejan esa tendencia, por ejemplo, en el caso del hombre cuando fantasea que su mujer tiene un amante significa que desde su inconsciente desea al amante de su mujer para él, por eso es común que la mate a ella y no a él.
Uno puede creer superficialmente que el hombre la mató para salvar su orgullo herido, por la ofensa recibida, por la deslealtad. Según Freud no es por ninguna de esas causas morales, sino porque es ella la que se interpone entre su amante y él.
El Super yo, o sea la conciencia moral, es el heredero del complejo de Edipo, porque recién cuando éste se logra elaborar se incorporan las normas sociales y el deber ser.