El enigma del deseo
Venía comentándoles, a partir del Seminario 5 de Lacan, sobre las fórmulas del deseo.
Repasemos: Si uno pide, tenemos como la escitura de este pedir: «D». ¿A quién le pides? A alguien que tiene que ser soporte de la dimensión del gran Otro; es decir, sede del lenguaje como tal. Detalle que Lacan ya indica y va poniendo como clave en las fórmulas. Es un esfuerzo que hace Lacan de diferenciar la idea de gran Otro como si fuese solamente un código. Un lingüista podría decir que esto se trata una demanda que requiere de un emisor y de un receptor que conozca el código de la lengua -porque si no, no te entiende nada. Hasta acá estamos todos de acuerdo. Pero Lacan dice que ese otro es la sede de la palabra pero tiene una articulación con el deseo. Y aparece en un rombito la pequeña d.
Si lo mantenemos en incógnita, no sabemos cuál es esa d. Tenemos todas las descripciones hechas en el caso Juanito, de los tres tiempos del Edipo, etc.(temas a los que los remito en este mismo blog) Hay un deseo en el otro al cual yo demando, pero es inquietante porque no sé cuál es. Si sé cuál es porque eso se ha articulado a un efecto de significado.
Lo importante es que ese efecto de significado le da una respuesta a este enigma del deseo. Por eso Lacan lo va a poder explorar también como significación fálica. Tiene distintos usos. Pero aquí se trata de la respuesta de significado que me permite decir quién soy a nivel de ese otro.
En cualquier ejemplo, si ustedes dicen, yo soy Christian. Bueno ¿estás identificado a Christian? ¿No te falla? ¿te dicen Christian y respondés? Eso es lo mismo. En tu demanda, estoy aquí en el mundo, ¿quién soy yo?, dirigida a tus padres, pero hay una relación maldita con un deseo. ¿Qué desean para conmigo? Por eso hay tantas historias después con los nombres propios que nos ponen. «Mamá quería ponerme este nombre, pero papá no quería». Es todo un tema del deseo del otro, pero justo cuando ese deseo se fija en algo, en un significante que es ahí un efecto de significación, es el punto justo donde uno se identifica a eso como a una insignia. Sistema de identificación del Ideal del yo.
Así como dijimos en el plano de arriba que el yo a nivel imaginario (el «moi») está enganchado en el problema del deseo, lo está a nivel de i d a, porque es imagen para el yo pero un objeto de deseo.
De la misma manera, el Ideal del yo, todos sus sistemas de insignias, tienen un enganche con el deseo. Uno se identifica, uno hace sus insignias exactamente en el punto en el que el otro ha respondido a algo, al enigma del deseo. Y si te llevas mal con las insignias, aparecen los problemas. Por ejeplo cuando vemos que hay alguien en un grupo que se maneja todo «chulo», que habla con todos, que tiene tema para todo, bueno, es porque esas son sus insignias…Luego viene el choque cuando no se soporta esa manera de gozar del otro…pero ese es otro tema.
LACAN, JAQUES. EL SEMINARIO, LIBRO 5, «LAS FORMACIONES DEL INCONSCIENTE». ED. PAIDÓS.