Deseo imaginario, deseo simbólico
En el Seminario 5 de Jacques Lacan, «Las formaciones del inconsiente» iremos a la clase «Las fórmulas del deseo», y las desarrollaré aquí.
Los remito a esta clase para seguir la cuestión, aunque si ya la han visto en algún momento, me podrán seguir tranquilamente en el desarrollo.
Lo que nos ayuda a pensar la primera, es una primera aproximación al deseo en su plano más evidente, es decir, en el campo imaginario. Así que tienen la «d» minúscula de deseo. No es que lo simbólico no esté en juego. Ese deseo debería ir directo a un objeto imaginario, a i a. Ideal. Una imagen de algún objeto. Esa sería la teoría más simple del deseo. Deseo. Por ejemplo un cucurucho de helado, ¿dos bolas? ¿tres bolas?. Esa imagen de un objeto, su deseo.
Acá la dimensión simbólica está solamente presente en que ese deseo solamente se va a constituir como tal a nivel de un sujeto. No es puramente imaginario. Es decir que mi deseo se verbaliza. Está siempre a nivel de una expresión significante, que supone un sujeto que no sé cuál es. Por eso el deseo choca, se articula con el sujeto del inconsciente, el S barrado ($) y su relación con un objeto, pequeña a.
Del otro lado podemos arrancar con una teoría a nivel del yo. Yo deseo tal cosa. Empieza en m. Se va a dirigir a un objeto imaginario. No sabe ese deseo planteado a nivel del yo, que detrás del objeto está viniendo un deseo inconsciente propiamente dicho.
En psicoanálisis mínimamente, si arrancamos del lado de la derecha: yo quiero ese helado. Del otro lado, después de comerme el helado, fui a análisis. Bueno, eso articulaba el deseo a una posición inconsciente que yo no conocía en la que se deseaba un objeto oral, primitivamente encarnado en la madre, atrás de ese helado…
Así que describe el deseo en su plano imaginario pero la subyacencia del deseo como tal a nivel de S barrado.
Y como dice Lacan allí, esto muestra también -a raíz del hecho que el objeto del deseo, desconocido- un objeto, cualquiera que sea, que siempre en el imaginario se presenta cubierto con alguna imagen. Eso es i d a, en la fórmula. Eso, el que los objetos del deseo vengan cubiertos siempre de imaginario, es lo que va a enganchar al yo en el problema del deseo. Les insistí en eso la vez pasada, cómo hacer esa articulación. Si no, uno podría tener una teoría de un aparato psíquico que tuviera dos sistemas, un sistema narcisístico donde se constituyen el yo y sus objetos y tiene otros para el deseo inconsciente y no habría relación.
Es a nivel de i d a, que se producen las relaciones. Porque i d a es tanto objeto para el yo como, entre paréntesis, lo que vela de la imagen es algo ahí que está capturado por el deseo en un nivel más profundo, que en esta primera línea sólo está a nivel de S barrado, rombo a.
LACAN, J. EL SEMINARIO 5, LAS FORMACIONES DEL INCONSCIENTE.ED. PAIDÓS