Edipo y falo imaginario
Decía que en el Seminario 5, las formaciones del inconsciente, Lacan da cuenta de ese simbolismo primordial que tiene que ver con un significante en relación con una ausencia.
Con esto, Jacques Lacan le da todo ese valor clínico a lo que llamamos «presencia-ausencia».
Por eso señala él aquí que no es cierto que lo imaginario se trate de que el niño se angustie porque la madre no está, y si ella está, se la pasa agarrado a ella. En cuanto se le pone la lupa a eso, como hace Freud con su nieto, con el juego del «Fort- da», esto es un poco más complicado. Porque después que está un rato con la madre, se la quiere sacar de encima. ¿Por qué? Porque el propio deseo del niño ya está enganchado a un simbolismo que es «presencia-ausencia».
Es, justamente, la evocación de la ausencia, el punto clave de lo que se desea.
Entonces Lacan señala esto, que tenemos ya un enganche de deseo que está absolutamente articulado al deseo de la madre. El deseo de la madre se presentifica en los puntos suspensivos (Los remito al esquema de la clase X del Seminario 5)
En el plano imaginario el punto suspensivo aparece muy precozmente: una respuesta, un objeto que se instala ahí. Es decir,eso sería exactamente lo que desea la madre. Por eso Lacan sale de explicar las cosas desde esta manera dual, y señala que se constituye ahí, y con esta letrita minúscula fi, el objeto fálico imaginario.
Se puede leer entre líneas los problemas de Lacan en estos empalmes. El de la madre parece mejor resuelto, y podemos distinguir todo lo que tiene que ver con la figura imaginaria de la madre, de lo que es la madre simbólica: significante presencia-ausencia.
Es decir, en tanto del objeto fálico como el de la relación narcisística -que es esta primera relación del niño con la madre. Solo que la madre además de ser la imagen en el espejo, habla, está presente-ausente, ahí el enganche de la dimensión imaginaria del otro madre con su dimensión simbólica.
Esto lo tenemos ya en el Seminario 4 («La relación de objeto») cuando dice que hay que creer o reventar… porque esto está, y se observa todo el tiempo.
El cuerpo no tiene ningún objeto a nivel instintual. Depende absolutamente de que el otro muestre el objeto y ahí se hace mi objeto, no tengo otra salida. Sólo se desea lo que desea el otro. Si el otro lo deja de desear, pierde todo interés para mí.
Bueno, este objeto se puede trabajar de distintas maneras, pero este es el objeto que Lacan llama falo, como falo imaginario. Y él está en ese debate, es decir, ¿será una propiedad como tal del imaginario? Y ¿por qué ese objeto? ¿Será un objeto que de por sí trae algún privilegio?
Aquí es donde Lacan introduce la noción de la falta, que es fundamental en su teoría. La falta no es simplemente la ausencia de algo, sino que es una ausencia que crea un deseo. Este deseo, a su vez, es lo que impulsa al sujeto a buscar la completud, a buscar el objeto que falta. En este sentido, el falo imaginario es el objeto que representa esta falta, este deseo de completud.
Además, Lacan también introduce la idea de que el deseo del Otro es fundamental para la formación del deseo del sujeto. Es decir, el sujeto desea lo que el Otro desea, y es a través de esta relación con el Otro que el sujeto se constituye a sí mismo.
Por otro lado, Lacan también señala que el objeto fálico no es simplemente un objeto físico, sino que es un objeto simbólico. Es un objeto que tiene un significado, un valor simbólico. Y este valor simbólico es lo que le da su poder, lo que lo convierte en el objeto de deseo.
Finalmente, es importante destacar que para Lacan, el falo imaginario no es simplemente un objeto, sino que es una representación, una imagen. Es una imagen que el sujeto se hace de sí mismo, una imagen que representa su deseo, su falta, su relación con el Otro.
Al niño se le constituye en un objeto imaginario.
FUENTE: LACAN, JACQUES. EL SEMINARIO, LIBRO 5. LAS FORMACIONES DEL INCONSCIENTE.