El orden simbólico y el caos de lo real
En el post anterior terminé con esta supuesta paradoja entre lo que Lacan planteaba respecto de la verdad (como efecto de verdad), en su primera enseñanza, con lo que planteaba al final(la verdad es intrínsecamente mentirosa). Una paradoja que resulta no ser tal si seguimos lo que nos plantea Jacques-Alain Miller respecto del tema: que en realidad esta última acepción implica a la primera. Es decir, implica un empuje a la verdad hacia lo que sería el efecto cuya causa es el significante mismo; o más bien la articulación entre los significantes.
Miller, en su curso «Sutilezas analíticas», sostiene que de manera técnica, esto se escribe ubicando una articulación entre dos significantes S1 y S2, y se indica el retorno del segundo sobe el primero, tendiendo así lo que llamamos el efecto de verdad.
Y tenemos que tener en cuenta que sin palabra no tenemos efecto de verdad; hace falta un decir para que exista algo del orden de la verdad. No alcanza la escritura, que puede llegar a reducirse a un índice, descifrándola. Si hablamos de verdad suponemos una superposición de lo simbólico con lo real, en tanto el dicho recubre el hecho.
Tanto lo simbólico como lo real son heterogéneos; lo simbólico es un orden, Lacan nos habló en principio de eso: del orden simbólico. Lo real no. Lo real no es un orden, es más bien un caos. En contraste con esto tenemos entonces lo simbólico.
En este sentido podemos dar el ejemplo de lo que ocurre en los comienzos de un análisis; o más bien de lo que ocurre en lo que llamamos «entrevistas preliminares»: el sujeto llega desbordado por las circunstancias, alterado, sacudido, no sabe qué ni como hacer…está desordenado, su mundo es un lío, un caos. Hete aquí que por lo que implica la narración de todo ese desorden, y un analista atento, esto solo se va ordenando, la cosa va tomando forma, va adquiriendo un sentido, se va historiando esa narración, y en esa historia que se va armando, aparecen las repeticiones.
Ya Lacan en su discurso de 1953, establecía la oposición entre necesidad y contingencia, algo que nos puede servir para pensar estas cuestiones.
En el orden simbólico tenemos algo que «no cesa», en el orden de la necesidad. Lacan hablaba d ella necesidad como eso que «no cesa de escribirse»: una fórmula, un axioma, que tienen efectos de verdad fijos, por decirlo de algún modo, verdades que no varían.
De ahí que tenemos la definición (conocida ya) de lo real, abordada en función de lo simbólico, como aquello «que no cesa de no escribiese», definido como un imposible de escribir. Esta es la definición de lo real como imposible.
El punto culminante de esta definición de real lo tenemos en el axioma lacaniano: «No hay relación sexual»: la relación sexual como imposible de escribir. Lo real (visto desde el orden simbólico) no tiene ninguna fórmula escrita como garantía.
De esta manera, Lacan arrojó lo real por fuera de la experiencia analítica, la cual se desarrollaba en lo simbólico.
FUENTE: MILLER, JACQUES-ALAIN. «Sutilezas analíticas». Los cursos psicoanalíticos de Jacques-Alain Miller. Ed. Paidós.