Rasgo unario y deseo
Siguiendo con el tema de la enseñanza, que nos desarrolla Lacan en su segunda clase del Seminario sobre La Angustia (Seminario 10) se trata, nos dice, de satisfacer cierto ideal d simplicidad que se impone en esta cuestión.. ¿Qué quiere decirnos con esto? ¿Por qué se exige, en todos los campos de la ciencia, cierta simplicidad? ¿Cómo es que lo real deba ser simple? Nada, salvo aquello que Lacan llama «rasgo unario», el significante más simple, aquel que permite en su introducción, hablar de un sujeto en tanto tal.
Antes del sujeto, dice Lacan, hay el rasgo unario. Y sigue: todo lo que es enseñable debe tener esa marca de simplicidad. ES esto lo único que nos permite justificar ese ideal de simplicidad al que se refiere toda enseñanza. Lo que tiene que quedar claro es que ese rasgo unario entra en lo real antes de nosotros.
Esa marca, ese rasgo unario es aquel a partir del cual un sujeto se constituye como tal. Sabemos que en el análisis hay algo anterior a todo lo que entre en el campo de la comprensión y de la elaboración. A esto Lacan lo llama el campo del Otro. El Otro, con mayúscula(A). Por eso decimos que el autoanálisis no existe, aunque así lo parezca, porque siempre hay un Otro que nos preexiste. Y esto nos permite ir a algo que va más lejos: la angustia.
Es decir, la angustia está en relación a un Otro. La imagen que nos da Lacan (los remito a posts anteriores donde desarrollo este tema) es la de la mantis religiosa, ese insecto gigante con el que Lacan pretende introducir el tema de la angustia y su relación con el deseo del Otro. Antes de saber qué significa mi relación con ese deseo del Otro, está ese Otro, ese A, ya de entrada.
A ver, Lacan ya nos había dicho que el deseo es el deseo del Otro, algo de lo que Lacan se había ocupado en un texto presentado en unas Jornadas provinciales, en relación a la cuestión gramatical en juego, en ese «del» Otro. Por eso no se detiene en esta clase en eso y pide que revisemos este texto. Hay un texto que menciona Lacan que le acerca una persona, que se refiere a poner en suspenso la «razón dialéctica» en el estructuralismo de Lévi-Strauss. El autor de ese texto se refiere a lo que Lacan dijo del fantasma como soporte del deseo, pero no le termina de convencer a Lacan, ya que no subraya suficientemente lo que él dice cuando habla del deseo del hombre como el deseo del Otro. Ya que se limita a tomarla como una fórmula hegeliana.
Claro que Lacan ha apreciado mucho el aporte de Hegel con su «Fenomenología del espíritu», pero Lacan da un salto en relación a él, y tiene que ver con la función del deseo. Bueno, Lacan se disculpa por no poder detenerse ese año en ese texto hegeliano, pero lo que dice es que en lo que hace a la dependencia de mi deseo respecto del deseo del Otro (ese del implica que el deseante es el Otro), con eso me enfrento, con el Otro como conciencia. ¿En qué concierne esta cuestión a mi deseo? Eso es lo que plantea Lacan en relación a Hegel. Seguiremos el post que viene.
FUENTE: LACAN, JACQUES. CLASE II, LA ANGUSTIA, SIGNO DE DESEO. EL SEMINARIO DE JACQUES LACAN, LIBRO 10, LA ANGUSTIA. ED. PAIDÓS.