Grupo y Cartel
Les decía en el post anterior que hay una diferencia entre lo que es un grupo y el dispositivo del cartel, fundado por Lacan, entre otras cosas, para romper justamente con los efectos que el grupo genera.
Hoy seguiré hablando sobre esta diferencia.
El cartel (o «cardo) da lugar al nombre propio, al nombre que cada uno porta.
Tomaré como referencia un texto de Leonardo Gorostiza, actual presidente de la AMP (Asociación Mundial de Psicoanálisis) en el que analiza la relación del cartel con el nombre propio, tenemos una referencia interesante: los egiptólogos llaman cartel a un tipo de soga atada en su extremo de lo que resulta una forma ovalada o rectangular, y en la que queda encerrada una especie de jeroglífico, y la función del cartel (o cartela) es indicar que ahí dentro está escrito un nombre propio.
En esta analogía, podemos ver que el cartel encierra de alguna manera nombres propios: los cinco integrantes que componen el cartel (los remito al post anterior) y que entablan un compromiso con un trabajo.
De esta manera, con el nombre propio, cada uno asume una posición en relación a elaborar un saber. Esto es totalmente diferente de lo que pasa en una relación profesos-alumno, donde aquel le da a este un saber ya «predigerido».
Ahora bien, para hablar de cartel en cuanto a su formalización, es necesario además hacer con cada trabajo, algo colectivo. Por lo que cada uno le da a su trabajo un nombre, que es el «rasgo», un rasgo que se irá interrogando a medida que progresa en el trabajo. Este es un trabajo que va del nombre propio al nombre del trabajo.
Es de destacar que hay un deseo que vitaliza al cartel, a este dispositivo vacío, y la manera de que de allí surja un efecto, un producto, tendrá que ver con la interrogación y elaboración que se haga del nombre. De lo que no hay garantías; sino más bien lo que hay es apuesta.
Respecto del saber, del semblante de saber, podemos decir que este dispositivo es horizontal; es decir, el Mas Uno no es el que más sabe. Se trata de ceder goce a favor de un lazo colectivo.
Como les señalé en el post anterior (respecto de la formalización del cartel) este dispositivo es limitado en el tiempo, debe rotar, para hacer de esta manera nuevos lazos con otros.
El Más Uno cuenta con una función fundamental: tomar a su cargo la división subjetiva, insertando al sujeto en el cartel; provocar al sujeto a elaborar saber (Miller dice que la posición histérica es la más conveniente en el cartel, por la provocación que genera…
Pero el Más Uno no se trata del Ideal en torno al cual los yoes se identifican, porque la identificación, si la hay, es al trabajo, no a los otros yoes.
Dirá Lacan, que en el cartel la identificación es a lo real del grupo; es decir (tomando las palabras de E.Laurent) al grupo que no deja de formarse.
El Más Uno, decía Lacan, puede ser cualquiera que con su deseo cause el deseo en los otros.
FUENTE: Revista la Cita, núm.4 , año 2004.