¿Por qué participar de un grupo puede ser terapéutico?
¿Por qué los grupos pueden resultar tan terapéuticos en tratamientos de salud mental y emocional? Es sabido que en el tratamiento de ciertas problemáticas como las adicciones o los trastornos de alimentación las redes de apoyo cumplen un papel fundamental, pero esto también es así incluso cuando no hay una patología puntual. Los grupos pueden ayudar a armar lazos que funcionen para prevenir problemáticas de salud. En este artículo vamos a profundizar un poco sobre esto.
La grupalidad puede tener efectos terapéuticos en sí. Sobre todo si es un grupo que está regulado y coordinado particularmente. Participar de un grupo permite que muchas de las vivencias personales, que a veces nos hacen sentir aislados, se pongan en consonancia con las de otros, posibilitando armar un lazo colectivo, una red de soporte que vincule a la persona socialmente.
La participación en un grupo hace que se posibiliten instancias de comunicación y de interacción que a veces son complejas de construir en el día a día, mucho más aún ahora con el confinamiento de tanto tiempo durante la pandemia. Generar grupalidad es un modo de enlazar con aspectos vitales y de recibir por parte de otros semejanzas y diferencias con nuestra propia vida que ayudan al desarrollo de la identidad y al poder sobrellevar circunstancias difíciles que se nos presenten.
El grupo nos da perspectiva. Nos ayuda a reconocernos en otros y a separarnos. Esto de observar qué nos une y qué nos diferencia es un trabajo muy importante del recorrido subjetivo.
La grupalidad puede funcionar como una matriz de contención brindando el terreno para que afloren emociones o asuntos de lo inconciente. Nos constituimos a través de vínculos en el plano familiar, y este escenario toma forma en la grupalidad, siempre que se den las condiciones necesarias. La reactulización de viejos conflictos y la aparición de factores en el intercambio con otros nos permite trabajar muchos aspectos a veces ocultos de nosotros mismos.
Tanto en grupos terapéuticos como en redes de apoyo o en grupos creativos, entre otros, ocurre algo del intercambio y del encuentro que nos permite vernos en interacción y atender a los efectos, emociones y conductas que se ponen en juego. Observar quiénes nos agradan y quiénes nos irritan o nos generan rechazo, si se presentara el caso, nos ofrecen la oportunidad de leer qué de nosotros mismos se pone de manifiesto ahí.
El grupo puede ser símbolo de contención, o puede generar posiciones defensivas y fóbicas.
Las proyecciones e identificaciones en la grupalidad ocurren con mucha claridad si estamos abiertos a observarlas. Pero más allá de todos los aspectos psicológicos que intervienen el aspecto terapéutico del grupo tiene que ver con el armado de esta red o matriz que permite un punto de apoyo. Un lugar de referencia, de recibimiento y de aceptación. Por eso es muy importante que el grupo esté regulado o coordinado, para que haya códigos y normas de respeto mutuo que se sostengan y que posibiliten la sensación de contención.
Participar de un grupo, sobre todo en la actualidad, nos permite construir desde lo colectivo, unir y ligar, reparar y comprender mejor las vivencias individuales.