Tiempos de la cura
En posts anteriores les estuve hablando de esta lógica que tiene una cura, un tratamiento psicoanalítico. Al menos les hablé de ese momento de entrada al dispositivo analítico como tal.
Dije también, como tantas otras veces, que en psicoanálisis no contamos con protocolos, sino con principios.
Claro que existe una lógica que introduce cierta formalización: mínimamente que una entrad podrá darse si antes hay una rectificación subjetiva, entendiendo esto como una implicación del sujeto en su queja, en su síntoma. Se dice rápido, pero no tiene que ver esto con el tiempo cronológico, sino con un tiempo lógico.
Por eso a Lacan se lo cuestionó tanto por sus llamadas «sesiones cortas». Sí que eran de duración variable, para cada uno un tiempo…De eso se trata. Esto de que el psicoanálisis no tiene reglas ni tiempos establecidos es lo que nos lleva a estas cuestiones más «técnicas» si se quiere, de lo que implica un tratamiento psicoanalítico.
Tenemos las entrevistas preliminares a un análisis, ese «tratamiento de ensayo» del que Freud hablaba. Freud nos da la metáfora del ajedrez para que pensemos las aperturas y los cierres.
De lo que ocurre en el medio juego, entre la apertura y el final, no sabemos mucho.
Repasemos: en las entrevistas preliminares se trata de cómo lograr establecer la dimensión del sujeto del inconsciente, cómo lograr la apertura del inconsciente de ese sujeto en particular, cómo fundar esa dimensión inconsciente necesaria para el análisis.
Es por eso que es tan importante este primer paso lógico en un tratamiento, porque se trata de las primeras cosas que el paciente trae y luego verificamos que es eso…que ahí está el material, la materia prima de la que nos servirnos los analistas para orientar la cura (no al paciente, nos advierte Lacan en su escrito «La dirección de la cura y los principios de su poder, 1958). Y por medio del sujeto del inconsciente llegar a su modo de satisfacción, que podemos escribir con la fórmula del fantasma: $ losange a.
De este acto del analista, de abrir esa dimensión a partir de su interpretación, les comentaba el post pasado, el analista tiene que hacerse responsable. Porque una vez abierta esa dimensión no podrá volver a dirigirse al yo del paciente…
Pero bien, detengámonos en este primer momento, el de entrevistas preliminares. En el caso Dora de Freud, vemos como este primer paso lógico en la cura fue alojar su verdad, su queja, funcionar como garante de la verdad que Dora denunciaba. Darle estatuto de verdad a lo que el paciente vienen a decir, porque lo que importará es el decir, la enunciación en juego, la posición desde donde el sujeto dice lo que dice…
La operación analítica estará destinada a dar una garantía de verdad, proponer un Otro lugar como garante de su verdad, apuntando siempre a a la enunciación.
Esta garantía, este aval del que les hablo no tiene que ver con la constatación de la realidad fáctica, digamos. Sino que se trata de la articulación significante de la cadena, en la que se articulan efectos de verdad, aunque la verdad definitiva no se obtiene nunca…La cuestión es cómo cada sujeto sostiene singularmente esa verdad…