La Histeria hoy.
La histeria es un cuadro descripto y estudiado por Freud y Charcot, entre 1880 y 1900 aproximadamente. Asociado inicialmente a mujeres, estos cuadros dieron indicios de la existencia del Inconsciente, al presentar síntomas corporales que no tenían correlato orgánico.
En la imagen a continuación, se observa como estudiaba Charcot a la Histeria en esos tiempos.
Freud relacionaba la existencia de dichos síntomas con la represión de fantasías sexuales, inconcebibles para el Yo. Mediante el mecanismo de desplazamiento, el afecto asociado a la representación displacentera se alojaba en el cuerpo, dando forma al síntoma histérico.
Actualmente, estos cuadros fueron modificando su presentación sintomática. Hoy por hoy, sabemos que la histeria no es exclusiva del sexo femenino. Esto es importante para separarla de un modismo peyorativo que ha ubicado a este término, en referencia a las mujeres, como modo de caracterizar y menospreciar muchas reacciones y conductas.
La histeria puede presentarse en hombres y en mujeres, y fundamentalmente, la esencia del cuadro radica en observar el carácter de dramatización, actuación o mostración de sus síntomas.
Detectar este modo teatral de presentación, es la clave del diagnóstico en estos casos. Del mismo modo, podemos asociarlo al Acting, como modo de manifestar una conducta siempre en relación al Otro. Hay un llamado al Otro en juego, donde muchas de estas manifestaciones, sino todas, se realizan en un contexto en que se asegura que sean observadas.
Por supuesto que todo esto es un proceso inconsciente, de modo que se separa de la mera simulación, dado que el paciente no reconoce conscientemente el objetivo de su conducta.
En los manuales de Psiquiatría estos cuadros aparecen bajo el nombre de Trastornos Conversivos. Y esto hace referencia al mecanismo especifico de la Conversión, mecanismo mediante el cual el afecto mencionado anteriormente, separado por la represión de su representación original, se “Convierte” al cuerpo.
Un cuerpo que dista mucho de seguir las reglas del organismo como tal. El cuerpo concebido en los síntomas de conversión, es el cuerpo del lenguaje. Sus partes son representaciones, palabras.
Así, las parálisis histéricas no siguen las leyes de las parálisis asociadas a síntomas neurológicos. Tienen sus propias leyes, definidas de manera inconsciente.
Los síntomas histéricos son, de algún modo, palabras no dichas que se hacen lugar en el cuerpo.
Estas partes del cuerpo o funciones, se hacen síntoma, se vuelven representantes de lo reprimido.
Así como lo planteaba Freud en un comienzo, acceder a ese contenido inconsciente permite desde la palabra desanclar el síntoma de conversión.
El acto de “Poner en palabra”, de ponerse en contacto con aquello de lo que no se quiere saber nada, es lo que permite hacer consciente lo inconsciente y liberar el síntoma en el cuerpo.
Para Freud: “la mejor manera de olvidar es recordar”, y “Todo lo que no ponemos en palabras, el cuerpo lo manifiesta de otro modo”.
Así vemos el valor que la palabra ocupa en todo lo vinculado a la Psiquis. La salud Psíquica tiene mucha relación con el poder aceptar, más allá de todo reproche, los sentimientos, impulsos y deseos que tenemos o hemos tenido y poder verbalizarlos.
Esto es muchas veces contrario a lo demandado socialmente, que nos impulsa a tapar, cubrir, lo que no nos gusta o lo que nos lastima, o lo que pueda disgustar a otros.
El proceso de pasar por algo doloroso siempre es el de transitarlo. Taparlo o forzarlo jamás será una solución a largo plazo. porque, como también dijo Freud en su momento “la voz del Inconsciente es sutil pero no descansa hasta ser oída”.