Histeria incompleta – Histeria rígida
En el post anterior les adelanté aquello de lo que hablaré. Se trata de un comentario de Lacan acerca de una obra de teatro sobre Dora, a la que Lacan mismo asistió y que luego comentó en su seminario (que conocemos como el Seminario 23). La obra se llamaba «Retrato de Dora», y se sirvió Lacan de ella para hablar de la histeria. No es para nada sencillo lo que dice Lacan ahí. Retomaré el libro de Indart que les vine citando («De la histeria sin Nombre del Padre I»), donde se destaca que Lacan en su Seminario hasta les había recomendado a sus oyentes que fueran a ver la obra, evidentemente porque había algo en sus cuerpos que no se podía transmitir…
De lo que se comprende al respecto, podemos decir que lo que Lacan percibió es una diferencia en el personaje de Freud y el personaje de Dora. A ver, Lacan dice que le pareció que Dora estaba muy bien, y notó cierta incomodidad entre los otros personajes, por ejemplo Freud. Digamos que Lacan diferencia la incomodidad de los demás personajes en la relación cuerpo-palabra, de lo que ocurre en el caso de la actriz que encarna a Dora.
Es ahí que ubica en esos personajes (los «incómodos») la expresión «HISTERIA INCOMPLETA», que es un término nuevo en Lacan. Y ubica en la actriz que encarna a Dora la «HISTERIA RÍGIDA» -que también es un término nuevo.
Cuando Lacan se refiere a «HISTERIA INCOMPLETA» está hablando de la histeria «de siempre», la «clásica» podemos decir. El síntoma insatisfecho por excelencia, algo que ya conocemos desde Freud. Un síntoma (la insatisfacción) que no está nunca solo, ya que se dirige a un significante que lo interprete, que interprete distintos sentidos y que le dé saberes sobre ese síntoma. Y ese discurso, el discurso histérico, siempre se encuentra con un imposible, una opacidad, una dimensión de goce en el síntoma, que es ese objeto «a» en el lugar de la Verdad. Lo que podemos leer como la satisfacción…
Bien, por un lado entonces Lacan ubica a estos personajes incómodos, incompletos de este lado, de lo conocido de la histeria.
La novedad la encuentra en el personaje de Dora, que si bien reproduce los síntomas y las escenas conocidas del historial freudiano, entraña algo nuevo: que presenta síntomas que rechaza cualquier S1, cualquier significante amo que lo interprete. Lacan la llamó «HISTERIA RÍGIDA». Ahora bien, que rechace los S1 no significa que quede muda…sino que habla de lo que a ella le parece que le quieren decir sus síntomas, rechazando de raíz cualquier interpretación que venga del Nombre del padre (característico de la histeria). Se trata de una posición histérica que no se articula a ningún S1, pero que tampoco es psicótica…Lacan dice que aún así es una histeria.
Podemos decir que es una Dora anudada. ¿Por qué digo esto? Eric Laurent se ocupa de rastrear esto de «histeria rígida» en Lacan y va a los nudos. Hay un nudo al que Lacan llama «rígido». Un nudo rígido. Y Laurent alude a que lo que Lacan vio en la obra de teatro es que Dora arma con su síntoma un nudo, y que se puede sostener muy bien sola, que no se articula a ningún significante que la interprete. Un buen tema para pensar las psicosis ordinarias…
Seguiré la vez que viene con este tema.
FUENTE: INDART, JUAN CARLOS. «DE LA HISTERIA SIN NOMBRE DEL PADRE I» Ed. Grama